Braquo. Primera temporada.

La primera temporada de Braquo me recuerda mucho a la idolatrada The Shield. Polis malos de París que limpian las calles y se llenas sus bolsillos y se harinan sus narices y alcoholizan sus hígados y malviven en casas ajenas y en barcos y en pocilgas a las que llaman casas. En ese París, se la juegan con albanokosovares, se la juegan con gitanos, necesitan de croatas, bosnios y serbios, se las buscan con mafiosos de toda calaña. De toda calaña. Dentro y fuera, asuntos internos y asuntos externos. Empieza con demasiado énfasis. Demasiado. Y si hay pincharle el ojo a un violador, se le tuerta. La venganza, las envidias, las jodiendas con vistas al Arco del Triunfo. Toda es mierda en la policía. Alguien tiene que limpiar las calles y no son los barrenderos. No. Es la policía. Son crápulas que tienen una vida asquerosa. Soportar a un policía es arrastrar demasiados vicios. Y este grupo, porque son un grupo, tiene demasiados vicios: cartas, cargas familiares, caprichos de toda calaña. Primeros episodios épicos que van descendiendo en intensidad sin motivo aparente. Pero siempre nos quedará París. O un micro en el pecho. O un hijoputa con el pelo pintado. O una puta a la que sobornar. O un juez corrupto. O lo que sea.

El caso de Marina

Han pasado 37 días desde las elecciones y los políticos ejercen de políticos. Y sus secuaces, de lo que son. El pequeño altavoz que tenemos cada uno debe subir el volumen y dar información sobre el caso de Marina. Y esas irresponsables que tienen cargo de responsabilidad en ciertas áreas de la administración, deben dimitir. O ser cesadas. Porque hoy es Marina pero mañana puede ser tu hija o tu hijo. Y entonces no mirarías para otro lado.

Numen del día

Grecia se va a la mierda pero el puticlub de enfrente de la residencia catastral funciona cada día mejor. Más clientes, aunque no sé que dinero llevan en el bolsillo. La paga "extra" hace milagros en los puticlubs. Los restos seminales se acumulan en los incisivos frontales de mis queridas vecinas, de mis queridos vecinos, de mis queridos hermafroditas. Mientras, Iglesias no habla de los 27.000 millones que nos debe Grecia; Sánchez, tampoco; De Guindos, con su lenguaje de socialmente no retrasado (un pijo de los de toda la vida), preocupado por su europuesto con su eurosueldazo, tampoco. 27.000 millones de euros. ¿Cómo traducimos esa cantidad en aulas y profesores? No seamos hipócritas, que entre mañana y pasado nos pegan otro golpe a base de IRPF. No seamos mierdas. No culpemos a los políticos por las púas de las cajas de ahorro y luego nos sentemos a gobernar con ellos en comunidades autónomas y ayuntamientos. El numen del día lleva coleta (en singular, sí, coleta) y no debe columpiar(se) más con el asunto de Grecia. Ya sabemos que España es un puticlub, pero no funciona tan bien como el de enfrente de mi residencia catastral. A España ya no le quedan dientes donde se pueda refugiar el semen durante 15 minutos hasta que las glándulas salivales hagan su trabajo y desaparezca totalmente. Y todo lo demás.

Igual que ayer, recordamos

Igual que siempre, en mitad del vaso de limón, recordamos noches que nunca ocurrieron. O, que si ocurrieron, están difusas. Ausencias e himnos. Y todo lo demás.

Recordando al juez Falcone

Ahora que hay jueces indignos, lamentables y camiones, toca recordar a tipos que se jugaron su vida por perseguir a políticos indignos, a mafiosos de toda índole y chusma de diferentes colores y partidos. En fin, recordatorio para personas insobornables hasta la muerte, no como nuestros políticos, que ni su palabra cumplen. Comparen, día tras día. Cojan la lupa, lean la letra pequeña de las declaraciones, sus tuits y sus (s)obras. Y todo lo demás en comparación con el juez Falcone es prácticamente insignificante.

Máximo nivel de incompetencia tribunal

Los tres tipos y las dos individuas que me juzgan en un tribunal de oposición en el casi extinguido sultanato de Sean Connery se han retratado esta mañana. Lumbreras ellos, nos han pedido los méritos antes de poner las calificaciones, antes de hacer la segunda prueba, antes de entregar la programación didáctica correspondiente. Al nivel del concejal Zapata, más o menos. Ya no sé si tuitearán chistes fuera de lugar. O dentro de lugar. En esas manos estamos. Otra vez máximo nivel de incompetencia. El principio de Peter. Aunque, si se nos calienta la boca, la ley de Godwin. Y todo lo demás.

Malcocinado

Nada como escuchar el boletín de las 7 y empezar a buscar información de Malcocinado y de Valentín González y de todo aquello que huela a Junta. Y todo lo demás.

Wert......................

Una vez pasadas las elecciones nada importa (II)

Nuestros políticos siguen retratándose. Día tras día, se superan. De forma impresentable, como en ellos es habitual. Otra vez. Como siempre.

No con mis impuestos

Una de política para empezar el día del frío en el antiguo reino valcarcil, hiperagonizante sultanato de Sean Connery. El pedáneo está al caer, veremos quién es el sucesor en la Consejería de Educación ahora que tenemos nuevo alcalde en Alcantarilla. Y todo lo demás.

Una vez pasadas las elecciones nada importa

Dejo el enlace a Facebook sobre esta situación que denuncia Virtu. Los irresponsables de siempre ejerciendo de irresponsables. Que alguien haga algo.

La bandera de España de Pedro Sánchez

Vamos a esperar. No seamos (mal)pensantes. Cabezas (mal)pensandes. Demos oportunidad a que el candidato Sánchez, el candidato del estornudo, ponga ese banderón en su mitín de Barcelona, en su mitin de San Sebastián, en su mitin de Lugo, en su mitin en Girona. Lo dicho, dejemos que los himnos sean himnos y las banderas lo que diga el viento. Ha copiado a Rajoy con el plasma. Mal empezamos. Esperemos que no prometa como ZP el pleno empleo en sus carteles. Y todo lo demás.

Pinchando en hueso del superpoder

Como en 2001, como en 2002, como en 2006. ¿Y qué? A falta de poder dejar que nos manipulen, ni las quejas valen. Vale alguna canción de La Costa Brava, algún fragmento de un libro de Sánchez-Ostiz, algún capítulo con Eva Green. En eso consistió el sueño: en ser derrotado una y otra vez. No existe el mal menor, ni el sentido común, ni las jodiendas con vistas a la bahía. O como se diga. Viva la repetición, viva el hueso pinchado, viva el medicamento caducado, viva la borrachera que nunca ocurrió. Y vivan los superpoderes.

Desastre

Arrobamiento

En estas situaciones estamos en el (des)concierto de las nuevas políticas municipales. En pleno éxtasis están algunos con sus comentarios y el desentierro de las palabras. Hay de todo en la viña concejil, y, la mayoría, perecederamente prescindible. ¿Cuánto durará la fiebre? ¿Cuánto en agonizar el perro enfebrecido? ¿Cuánto hace que no miramos el reloj? Pues no nos queda nada...

Juego de tronos. Quinta temporada

Penitencia al poder en estos diez episodios de la quinta temporada de Juegos de tronos. A cada cerdo le toca su San Martín, es cierto. Pero sin ser cerdo, también. Tenemos los días contados desde el principio. Los dioses mandan en nosotros, pero también los hombres. Y las putas. Y los locos. Y los iluminados. Y los que cambian de nombre y rostro. Y los que nos llevan a cebollas de las que no podemos salir. Y menudas cebollas. Mucho fuego, mucha nieve, mucha sangre, muchos ojos que cambian de color. Demasiada penitencia para lustrar zapatos viejos. Demasiados jardines. Demasiadas muertes innecesarias. Venganza, venganza y más venganza. Aquí no vale informar de problemas: siempre hay alguien más fuerte que te descarta, siempre hay una loca que hace que te queman, siempre hay imitadores de los asesinos de Julio César. ¿Quién nos pone la etiqueta de prescindibles? ¿Quién decide nuestra muerte? ¿Quién? Vaya usted a saber, pero nuestros héroes están destinados a morir jóvenes. Y todo lo demás.

33

37 días.

¿Son pocos 37 días para llevar al mundo a la guerra, la ruina y el destrozo moral? Por lo visto, no fueron suficientes, porque en otros cuatro telediarios nos metimos en otras guerras. 37 días muestra como la diplomacia falla una y otra vez. Si tenemos una idea de la diplomacia, no pensemos solo en seres trágicos como Moratinos y Margallo (con nuestros pecados llevamos nuestra penitencias). Pensemos en el ministro del ramo británico, Sir Edward Grey, pendiente del cricket y sin escuchar a las voces autorizadas (luego se quitó de las islas y del té, y se largó como embajador a Norteamérica). El señor Grey, como tantos otros, pensaba que no se iban a meter en la cebolla de la guerra, de la GRAN GUERRA. Pero si que se metieron en esa cebolla. Y en toda la cebolla mundial, no solo europea. ¿O no sabían dónde se metían? 37 días, en tres horas, muestra el rostro de los que metieron al mundo en la gran cebolla: políticos más preocupados por su reloj que por sus ciudadanos (¿nos suena esto de algo antes de noviembre?), aspirantes al trono que se meten en la boca del lobo un día sagrado para personas que los odian, bobos más preocupados por sus pantalones austriacos que por el biniestar común y militares con ganas de seguir inventando batallas con las que vender humo. Todo eso es 37 días, mostrando a un káiser Guillermo II loco y cínico (haciendo hincapié en ser nieto de la reina Victoria de Inglaterra), mostrando a un canciller von Bethmann Hollweg hecho veleta, mostrando a un Churchill pre-Galípoli, mostrando mierda sobre mierda. No nos engañemos, los mismos que nos meten en estas jodiendas son los que luego se retiran a cuerpo de rey. Y, con un par, nos muestran a David Lloyd George, antes de ser primer ministro, y con las pintas de un Peaky Blinder. Con un par. Como son estos ingleses. Muestra también 37 días la teatralidad austriaca, los cojones prusianos y la debilidad de la política, de la de antes y de la de ahora, del fracaso de telegramas y llamadas telefónicas, de reyes que nunca debieron serlo y de políticos que nunca debieron nacer. Y todo lo demás.

Penny Dreadful. Primera temporada.

Hay que reconocerle a la primera temporada de Penny Dreadful la facultad de darle alas a la imaginación. Demasiada imaginación. Poner en la coctelera televisiva al Doctor Victor Frankenstein, a Van Helsing, a Dorian Gray y utilizar un calzador más o menos escarmentado para que un ex 007 como el señor Dalton y la gran e irrepetible Eva Green, nos metan en una historia en la que el fundamento real no es lo más importante. Lo dicho, mucha imaginación, con dos capítulos bayonísticos al principio y con un Josh Hartner llorica y asesino a la vez. ¿Podríamos ponerle un nombre a esta bebida? ¿A este cocktail sin Cruise? Pues es el nombre es Penny Dreadful, jodienda con vistas a un zoo londinense, a brujas y vampiros, a viajes a África, a una católica en un mundo de protestantes, a putas metidas a santas, al teatro de lo irreal y de lo que menos parece mentira, a exorcismos y sudores de distintas temperaturas, a criados con caras marcadas, a habitaciones llenas de retratos, a indios con cadenas y alcohol a la hora del alcohol, a imágenes formadas por distintas fantasías de distintos colores. Y todo eso con la omnipresente Eva/Vanessa, y su amiga ausente, ahora bicho viviente con ojos infectados por la radiactiva sangre. Y todo lo demás.

Rebaremación

Ahora que el futuro presidente de la CARM habla de pactos y diálogo, ahora que sigue aparentando 10 años más de los que realmente tiene, habría que recordarle algunos disparates enfebrecidos que llevó a cabo pensando en ser el sucesor todopoderoso de mayoría absoluta. En la balanza de votos, quizás salió ganando. O tal vez, no. Vaya usted a saber. Pero de urnas deshechas están los parlamentos llenos. Y todo lo demás.

Todo se acaba

Incluso las grandes canciones tienen fin. Y las no tan buenas. Y los buenos pactos, y aquellos que han nacido (mal). Incluso la historia de Aladdin tiene sombras. Demasiadas. Habladurías. Odios. Rencores. Política siglo XXI. Y todo lo demás.

¿Recuerdas nubes en tu infancia?

Vaya preguntas que suelta Eva Green al comienzo de sus cartas. Nubes, ni más ni menos. Y todo lo demás, infierno. Coda: Y, hace 30 años, Los Nikis, soltaban el Quizás. Pues eso.

A las misiones

Nos encontramos, en otra vida, con Nathan de Misfits, y empieza con sus preguntas de luchas y paranoias, y acabamos diciendo que seremos misioneros. En otra vida, con o sin naranja escurrida, con o sin vodka, con o sin medicamentos a mano.

Las rebabas

Las mismas encuestas que antes de las elecciones municipales y autonómicas del 24M ascendieron a los altares a Rivera, lo bajan del altar. ¿Hay término medio? ¿Es todo una maniobra de evasión? ¿El personal en primera persona abandona el barco precipitadamente? De aquí a noviembre, poca confianza en la prensa sorayista. Y, en la otra, tampoco. Coda: Las rebabas de los pilares de nuestra política, apestan. Y todo lo demás.

Paco Miranda Terrer y Fernando Sánchez Dragó

Como sobran las palabras estos últimos días, dejemos que las imágenes ilustren Pantanosa. Coda: Y lo que haga falta.

Montoreando canciones

Como todo en la vida, es interpretable. Pero benditas interpretaciones.

Batallones de derrota

Desde el principio estamos condenados a ella. A la derrota. Al jueves por la tarde debajo de una manta en estado febril. Seguimos sin escarmentar, seguimos sin saber si el norte es real o ficticio. A falta de brújulas sin Alsina, a falta de martes de puente, toca esperar. ¿Nos han vuelto a engañar? ¿Nos han vuelto a tomar el pelo? ¿Nos han vuelto a dejar al margen? Me temo que si, y seguimos en el sur real, en la ciénaga meridional, en el engaño del tormento. Y, el verano, en su forma más cruel, nos volverá a poner en nuestro sitio, del que nunca pensamos escapar. Y todo lo demás.

Recordando a Francisco Miranda Terrer

Hace mucho que leí Pantanosa. Y también, demasiado tiempo, El laberinto del Albayzín. Pero son obras maestras en su pequeño universo. Y todo lo demás, también. Coda: Y Ángel Montiel lo recuerda como nadie.

Botas rotas

El himno del día lo pone Holden Centeno, autor de La chica de Los Planetas.

Las ratios imperiales

Puestos a luchar, pensemos en los kilómetros de playa de Lorca. Son pura subsistencia. Las ratios en la oferta pública de 2015 en el antiguo reino valcarcil, agonizante sultanato de Sean Connery antes de la llegada del pedáneo salvador, son un auténtico disparate. Una ciénaga del despiporre. Difícil de clasificar y difícil de pagar para más de uno (y de una, que no se nos enfade la exministra de Igualdad, doña Bibiana y su flamenco). Menudas ratios. Como para mirar al horizonte. Y todo lo demás.