jueves, 29 de junio de 2017

Los Beatles de serie B siguen siendo los Beatles de serie B

El último himno de junio de 2007

Sally sigue esperando por nosotros

Zanahoriear lo cotidiano

Vuelvo a conversaciones del curso 2006/2007 que andan por aquí. Conversaciones con alumnos ingleses sobre el Creep del zanahorio y sus secuaces.

Glastonbury ha vuelto!!!

Versalles. Segunda temporada

Nada como cazar ratas por si luego hay hambre. Nada como elegir esposa para el hermano del rey entre la reina y la amante del rey. Nada como morir envenenado. Nada como ganar a los naipes en las timbas de la Corte. Nada como dormir en cama ajena con la madame de turno. Nada como volver a ver Versalles en su segunda temporada. Nada como hacer preguntas sobre la etiqueta cortesana. Nada como volver a buscar soluciones en los restos del envenenado. Nada como investigar los aposentos de una viuda. Nada como preparar el banquete de una celebración eclesiástica del XVII. Nada como tener oídos en los salones y sus fiestas. Nada como pensar en los testamentos ajenos de viudas ajenas. Versailles al poder. ¿Incluso en la luz son las sombras las que dicen la verdad? ¿Beber en pozos envenenados? Mierdas sobre cartas. Mierdas sobre extensiones de pelo. Mierdas sobre el palacio de los palacios. Mierda, mierda y mierda. Bajo la influencia de una mujer en cuestiones de Estado, perdición. Conclusión: ninguna. ¿Nuestras sombras caminan junto a nosotros? No escuchamos. Hacemos pensar que nos escuchan y que escuchamos. O algo así. Y en las altas esferas, todo se hace a cambio de algo o de alguien. Siempre hay sustitutos para los sustitutos de los titulares. Guillermito y sus naranjas, las amantes y sus cuitas, los milagros hechos cuñadas, los intereses económicos, los venenos de todos los colores. Andadas otra vez en torno a Versalles, en mitad de las locuras y las renuncias del rey Luis XIV de Francia. Marchales hechos policías; historiadores convertidos en policías; cruces multiplicadas. Guerras en las que sacar lo mejor y lo peor de uno mismo. Venganza y resurrección, venenos al por mayor, elecciones divinas en mitad de la consagración. Domingo de Pascua. Sermón. Sangre de Cristo. Cuerpo de Cristo. Música celestial. Conspiraciones. Lágrimas bajo el velo. Sacerdotes herejes. Misas satánicas. Sangre de pequeños seres. ¿Seguro que la noche más oscura da paso al amanecer?

Camino de Las Azores (LXXIV)

Pasando del arre al so, que para eso seguimos siendo animales. Pasamos de la tortura a la felicidad, del desánimo al éxito más absoluto. Luego nos despertamos, empapados en un sudor que nos hace pensar en perfiles, en nieblas, en patrias con y sin mayúscula. O cómo se diga. En esas estamos, viciados de costumbres, de modas envejecidas que diría el profesor Pepe Perona. Volvamos a mirarnos en esos espejos de bibliotecas sin fondo. Y todo lo demás, también.

miércoles, 28 de junio de 2017

Lleva tiempo sin sobrarme (Carnaval)

Andaba, sin levantar(se) de su trono, un pánfilo, hablando de teatro. Cargo de responsabilidad. Principio de ascenso y frutales que probar a los postres. Machín. Carmen Machín a dicho. Voy vestido de barbaridad.

Las fieras, hasta el último día

Aunque el problema no sean únicamente las fieras, el problema principal son los padres de las fieras. Casi siempre. Menos mal que nos queda algún himno que venerar, algunas letras con las que deleitarse entre fiera y padre de fiera. Viva Junio. Y todo lo demás, también.

martes, 27 de junio de 2017

Homenaje a Lagartija Nick

Hoy toca estrechar himnos mientras Triángulo de Amor Bizarro homenajea a Lagartija Nick con su Esa extraña inercia (anfetamina). Ya se puede parar el mundo.

Nobel. Primera temporada

De Afganistán a Noruega. Saltos temporales. Política. Ministros que cumplen el Principio de Peter. Destacamentos en los que se pasa mucho tiempo. Muertos que viajan de vuelta a casa. Talibanes que son talibanes las 24 horas del día. El ritmo de Nobel no deja tiempo para los puntos suspensivos. Se pasa de la lágrima al dolor. La diplomacia es una mierda. Todos lo sabemos. Y estar entrenado para llorar a un compañero no borra esas lágrimas. La puta diplomacia. El manejo del dolor. Recordando al gran Manuel Alcántara, podemos definir a los diplomáticos, a los ministros, a la gentuza en general: sí dice que si, quiere decir quizás; sí dice quizás, quiere decir no; sí dice no, es que no es un buen diplomático. Vaya puta mierda la política. Y los políticos. Un buen diplomático es aquel que entra en una habitación hotel equivocada y al ver a una señorita desnuda dice "perdone usted, caballero". Pero a lo que iba. Nobel muestra lo inútil de estas misiones en países como Afganistán. Barnizar el desierto para intentar ponerlo en el mapa de la democracia. Vaya milonga. Milonganza. La foto del soldado muerto en los periódicos. Vaya foto. Talibanes que pegan a sus mujeres hasta que se desmayan, una y otra vez. Esa mierda de guerra en la que no puedes disparar hasta que te disparan... si no eres americano. Ir a una intervención como esa es entrar en una ratonera. "Estamos aquí para morir". Saltar por los aires en tierra hostil. Familia y Estado, política y mierda al por mayor. Ministros de un mismo gobierno enfrentados. Opios, sobrinas, hijos, antiguos hábitos para nuevos dolores y premios podridos hasta el tuétano. Y todo bajo la opinión pública, bajo unos periodistas que buscan carroña en mitad de un nido de buitres. Cuernos, pendientes junto a la piscina, niños que hacen preguntas, miedo a distintas temperaturas. Pero sigue siendo miedo. Ministros que buscan la gloria en mitad del horror. Cóctel que no siempre deja buen sabor porque la política no deja nada más que daños colaterales. Y todo lo demás, también.

lunes, 26 de junio de 2017

domingo, 25 de junio de 2017

Sense8. Primera temporada

Visiones. Sesiones de música. Las mujeres no cierran tratos y abren las piernas. Chicago y Seúl. Policías que escuchan truenos en habitaciones vacías. Más visiones. Sobrinas que saben algo. Resonancia límbica, el lenguaje más antiguo de las especies. Paranoias de herman@s. Conexiones. Actores con problemas. Paraguas que no se encuentran. Citas a las que no se puede llegar empapado. Arcos iris en mitad del entierro. Ortodoxos camino de ningún sitio. Y más dolores de cabeza en Sense8. Migajas para los demás. Calles, junglas, reyes. San Francisco y Méjico con jota, siempre el profe Andreo en el horizonte. De Berlín al cielo, sea oeste, este en la piedra del collar. Ir con respeto. Palmaditas en la cara. Renuncia (in)justificada. Tumbas de los Bogdanow. Momento meada House of Cards. Tal que así. Gallinas. Y más conexiones. Y relojes que parecen parados. Llamadas que no cogen. Reuniones que no se llevan a cabo. Tintes y escaleras. Clubs a los que no volver. Distinciones que separan. Bombay sin azul. O con camiseta azul, campanas y mucho incienso. Demasiadas ofrendas. Sirenas al otro lado del mundo. Cajas fuertes. Taladros. Vinilos junto a la chimenea. Ruiditos. Tirantes. Lluvia sobre el asfalto. Y más sirenas, y carreras. Heridas y frío. ¿Odio? ¿Vergüenza? ¿Listas? ¿Vidas salvadas? ¿He oído Santo Tomás? Sorpresas de champán y llaves perdidas. Y más Méjico, igual, sueños hechos realidad. ¿Lobotomías? ¿Salir? ¿Abandonar? ¿Estamos locos? ¿Nacemos locos? ¿Vivimos locos? ¿La birra tiene bandos? ¿La birra tiene colores? ¿Desde cuándo hacer lo correcto está mal visto? ¿De verdad los fármacos son como los zapatos? ¿Los necesitamos pero no todos nos valen? El problema de Sense8 es la imaginación que hay que poner(le). Esas vidas cruzadas, esos momentos en los que saltas latitud, longitud y millas sin explicación, sin motivo aparente. Visualmente excepcional. Sí. Un show para las retinas. Sí. Pero hace falta un poco más. ¿Celebración o luto? Cruces de camino, hospitales, policías irredentos, robos y más jodiendas que rozan la tomadura de pelo. Muchas lágrimas, mucho sufrimiento, mucho pasado hecho presente. Las lealtades y los dobles bandos. Las luchas sin cuartel. Coches y partos. Locura. Y la posibilidad de elegir. Y pisar cuellos. Helicópteros, opciones b, carreteras. Escapar en mitad de un fallo en Matrix. Y todo lo demás, también. Y huir, y barcos y lo que el viento manta. Experimento fallido el de esta primera temporada de Sense8.

sábado, 24 de junio de 2017

Fargo. Tercera temporada.

Entre hermanos anda el juego. Entre hermanos anda el sello. Entre hermanos empieza la guerra. Entre prestamistas está el jaleo. Entre muertos empieza todo con principal y secundarios de lujo. Y a investigar, y nieve, y dolor, y sangre, y el pasado que vuelve a salir. Y las timbas, y orina de mano en mano. Y entre venganzas y aparatos viejos de aire acondicionado, entre confusión de pueblo y hielo, empieza la marcha en la tercera temporada de Fargo. Para poner(se) a temblar. Y la anarquía al norte y al sur de África, y las referencias a Corea del Norte y a tito Vladimir, y al Danubio y a los cuadros de burros y a los ataques con ingeniería íntima femenina. Buscar en Internet en 2010 también te metía en líos y podías saltar por los aires. Apretones de mano que son mentira, farsa fraternal entre accidentes de tráfico y carnets falsos. Y rostros de Panteras Rosas y chinos y más rostros de cabezas que podían explotar en cualquier momento. Y libros encima de la mesa y féretros y urnas que llenar de cenizas. Pasa en esta temporada de Fargo, como en la tercera de Better Call Saul, que la relación entre los hermanos se va la mierda. No vale ictus, no valen complicaciones de la polio. Ni Éxodo, ni aparcamientos, ni Génesis, ni Levítico. No. No hay socios a ciertas edades. No. Hay absorciones. Hay jodiendas en torno al parking. Demasiados paralelismos. Es mejor no tener a ciertas personas como enemigos. Momentos de debilidad. Bochornos y cintas de video. ¿Cuánto dinero necesita un hombre? ¿Cuánto más una mujer? ¿Por qué nos cuesta a los hombres hacernos los difíciles? Oficinas, teléfonos y jodiendas que no llevan a ningún sitio. A ninguno. Luego, las ventanas al infierno dan a otros infiernos; las carreteras, a sangre; los frigoríficos, a justicia; los aeropuertos, a la cárcel. Aunque hay que ponerle imaginación en más de una vez, la tercera temporada de Fargo se hace querer aunque sea de manera sarcástica. Y todo lo demás, también.

jueves, 22 de junio de 2017

Better Call Saul. Tercera temporada.

Todo es mentira en la vida. Todo es mentira en la vida del falso Saul. Todo. Se junta todo. Dramones. Enemigos en casa. ¿Son solo tres series en una o son más? Demasiadas historias en la tercera temporada de Better Call Saul. Al igual que en la tercera temporada de Fargo, la relación entre hermanos es el eje central de la historia, pero hay muchas más historias. No vale el pasado. El pasado es ahora. Y está aquí. Haciendo anuncios. Baterías en bolsillos. Juicios. Papel de los de toda la vida. El morigerado de turno, el criado bajo manto de rico, el más o menos posicionado no sufre; los que se buscan la vida, hacen lo imposible, posible, pierden. Siempre pierden. No llegará el día. No llegará. En mitad de esa lucha, en mitad de la pastilla cambiada, en mitad del taller paterno, en mitad del cobro del día, en mitad de las paredes de madera arrancadas, sale una luz: victoria, derrota, utopía. Saul sin tilde para sus amigos va cambiando, paga su servicio; su hermano, cobra a lo grande por el agravio. Las otras dos patas de la mesa, siguen su guerra. Cuatro series en una, cada momento a su lenta velocidad, cada uno estima un estado, una ilusión, un dolor tras un accidente, unos folios en mitad del desierto, unas zapatillas colgadas en un cable, un paso fronterizo donde parar, un bufete que controla tres estado. Siempre hay un 18 de julio para empezar una nueva historia que se hará vieja. Siempre hay un dinero que invertir. Siempre un sufrimiento para conseguir algo. Siempre. El problema es saber plasmarlo, moldearlo correctamente para expresarlo con imágenes, con palabras y, de vez en cuando, con la música adecuada. Y no siempre esa música es celestial. Y todo lo demás, también.

El espíritu de Jerry García

O Garcia. Me da igual. Su espíritu, su forma de vivir, su influencia posterior, sus palabras, sus actuaciones, el valor de la contracultura, el valor de hacer lo que apetece pero hacerlo bien. Busquemos en nuestro interior lo que puede hacer(nos) mejor. Espíritu.

miércoles, 21 de junio de 2017

Himno atemporal de 21 de junio de 2017

El himno definitivo

Escuchar El La Oscuro De La Fuerza es un ejercicio de pulcritud sonora. Necesitados de niveles de abstracción, buscamos soluciones a problemas bajo músicas hipnóticas, intermediaciones que nos llevan de lo concreto a lo que nos determina de por vida. Himnos, himnos, himnos.

La joya escondida

De tarde en tarde, sorpresas de la vida, se encuentran joyas que han quedado aisladas, al margen de (casi) todo y que tienen diamantes en su interior. Ese aislamiento, es cinturón sanitario ante la estupidez, tiene un precio. Ahora, con la foto de rigor, se hacen distintos tipos de preguntas. Pero estamos demasiado mayores para contestar. Demasiado.

martes, 20 de junio de 2017

Los himnos que no cansan

Hablaba el hombre de la camisa, entre libros de ajedrez y ordenadores viejos, entre goteras y cables sueltos, entre millones de erratas y libros subrayados, de la profundidad de los himnos, de la pureza de las cosas que nos gustan, de los laborales hechos festivos. Y todo lo demás, también.

Las evaluaciones, los cafés y todo lo demás

Nada como llegar al cuarto café entre evaluación y evaluación, entre humedades y vientos sin levante ni camino de Las Azores ni sobras de Carnaval. ¿Qué fue de los Lunes de Carnaval?

domingo, 18 de junio de 2017

sábado, 17 de junio de 2017

Prime Suspect 1973 (2017)

Casi por curiosidad, entre chefs versallescos y encamadas que no se consumen, a Prime Suspect 1973 (edición 2017). Demasiada mierda en el ambiente de esta serie: puta violada con nombres y apellidos, mujeres policías que empiezan siendo números y acaban siendo mucho más que eso, clasismo, machismo, caza de brujas, cárcel y daños colaterales, yonkis que se arrastran y arrastrados sin corazón. Y eso solo para empezar. Pero son muchas más preguntas las que plantea la serie: el papel que desempeñamos y el que podríamos desempeñar, lo que podemos dar de sí y lo que esperan los demás que demos de sí. Demasiado de sopetón. A diferencia de otras, aquí el ritmo es más rápido. Desde el principio, hay momentos en los que no hay respiro: saltos desde el autobús, robos en plena calle, muerte bajo la lluvia, morgue y sangre y asco por lo que te encuentras ante ti. Y luchar por encontrar tu sitio, o que te dejen tu espacio y no acabar en simple marioneta. Jefes, secuaces y los últimos de la fila. Demasiadas preguntas sin respuesta, pero a pesar de ello podemos indagar. O intentar indagar. O intentar. O. Y luego todo se complica con robos y cárceles, huidas imposibles y muletas del pasado, fotos que traen personas a la memoria y hermanos que se odian hasta la muerte. Camisas rojas del pasado que vuelven a los setentas, Creedence Clearwater Revival sonando sin parar y hospitales en los que dar malas noticias. Santos que no son tan santo. Mierda al por mayor. Y todo lo demás, también.

El Cuarto Poder se ha vendido

viernes, 16 de junio de 2017

¡Vivan los días épicos!

Día de elección

¿El niño de la cruz? ¿Quién ha elegido a...? ¿El valor? Otra vez tito Stanich dando en la diana.

Camino de Las Azores (LXXIII)

Para que se reparta el testamento hace falta la muerte del testador y todas esas frases que te vienen a la memoria cuando no sopla el viento, cuando cae el sol y parte el futuro y las ganas y todo lo demás.

Camino de Las Azores (LXXII)

Recordando años como si fueran uvas sordas, personas con mal vino que tuvieron poderes, apoderados del mal que nos llevaron a fracasos... Recordad, malditos, recordad.

jueves, 15 de junio de 2017

Don't Look Back In Anger

No lo había visto hasta que lo ha puesto en su cuenta de Vippter el gran Jesús Gallego. Después de los últimos atentados de Londres y Manchester, Inglaterra y Francia jugaban en tierras galas a ese invento británico que nos apasiona a todos (aparte de las cuchillas de los Peakey Blinders). Antes del partido, la Guardia Republicana entona el Don't Look Back In Anger de Oasis. Y Dios no estaba para disfrazarse de nada, que ya lo hizo de jugador de baloncesto con Jordan. Pero daba igual. Los hinchas cantaban como hay que cantar. Teresita May y el señor de la profe de teatro, alias Macron, no cantaban. Desconfía de políticos que no canten ciertos himnos, aunque sea recordando a muertos. Pero los himnos están para algo. Y salió una joya.

miércoles, 14 de junio de 2017

Los peces de la amargura

Tenía escrito un texto sobre Los peces de la amargura de Fernando Aramburu. Lo perdí, como tantas cosas se pierden con el terrorismo (de cualquier etiqueta o Estado). Tenía ese texto, escrito en sus comienzos un día de otoño que era fiesta en Cartagena pero no en Murcia (es lo que tienen las patrias que no conviven, que todo lo sacan de contexto). Tenía un texto en el que me acordaba de mi compañero de clases entre 1993 y 1996, Josu Iturbe Abasolo, al que nunca le pregunté el motivo por el que sus padres vinieron a vivir a Murcia en aquellos años de atentados y en el que dejaron su Basauri natal. Tenía ese texto que empecé a escribir en un hospital cuando acompañé a mi padre al Universitario Virgen de la Arrixaca. Escribo todo esto porque en el primero de los textos, el homónimo de este libro, aparecen idas y venidas a hospitales, viajes en autobús como el que hicimos mi padre y yo ese día hacia el lugar de Don Juan, hay padres que son receptivos con sus hijos, hay madres exigentes, hay parejas que dejan de ser parejas por culpa de atentados, hay matrimonios que no se llegan a celebrar porque todo se acaba. Con el terror, todo se acaba. No hay medias tintas. Nunca. No se puede olvidar. Nunca. También hablaba en ese texto de Los días humillados de Rubén Castillo Gallego que, curiosamente (nada de casualidades, que las casualidades no existen), empecé también a leer en un hospital un día de Navidad que acompañé a mi madre a otro centro sanitario. Y Madres es el título de la segunda parte de Los peces de la amargura, madres que justifican la venganza ante los españoles de mierda. Cromo por cromo, que hay fútbol este domingo mientras mi madre plancha. Lo que hay que hacer para crear "el país de los sueños". El gris de todos los días. Los llantos en el retrete. Los niños, los psicólogos que cagó Piaget y todo lo demás. Y huir para poder (sobre)vivir, respirar sin disfrutar, escapar para vegetar. En la tercera escena, en Maritxu, comienza FA reflexionando sobre la muerte de los niños. No de los adultos. De los niños. Y los curas defendiendo el cotarro etarra desde el altar, desde la catequesis, desde la confirmación y el bautizo. Agua vasca para bautizar a los futuros héroes de la Patria Nacional Vasca. Audiencia Nacional y represión facha. Hay que vender la moto. Y otra madre que purga los 28 años de cárcel del héroe de turno. Pinchos y vinos para todos, que paga el alcalde secuaz del jefe que hablaba de los chicos de la gasolina. ¿Súper? ¿Normal? ¿Sin plomo? Quemar banderas españolas con súper, normal y sin plomo, que ardiera bien. Retratos gernikianos del héroe por todo el pueblo. Tamaño XXL, por doquier, para almidonar el infierno vasco si hiciera falta. Homenajes con pasamontañas, que con pasamontañas y con el tiro en la nuca somos todos muy valientes. Tenemos, dentro del pasamontañas, más cojones que el caballo de Espartero. Verdugos por el bien, en plan Medievo, que los orígenes son los orígenes. Y pedir al loyolano (o como se diga) santo que sacara al hijo de la cárcel al menor tiempo posible, que el cura era intermediario de los héroes, que en sermones, letanías y rezos estaban presentes. Siempre. Casi como José Antonio un 20N en casa de un falangista. Como me decía el hombre de la camisa verde, lo primero que pintan los críos de los etarras son las hachas y las serpientes. Ni Gaudí, apostillaba el bueno de Ginés Caballero, que en paz descanse. Tenía memoria el jodido auxiliar jubilado. Pero eso son otras cuitas, otras historias. El cuarto Getsemaní se titula Lo mejor eran los pájaros. Ratas del aire y esas cosas que diría Joaquín Reyes. Y a contar vacas, y ovejas, y lo que hiciera falta. En el día que cambió tu vida te acuerdas de anécdotas, de almuerzos en casas ajenas, de cajas de lápices, de jodiendas con vistas a la bahía. Siguiente escena, La colcha quemada. Mirar para otro lado cuando arde el balcón del vecino del segundo, cuando esos geranios de ese segundo balcón queman su existencia. Pero lo importante es no entrar, no meter(se) en política. No vaya a ser qué. No vaya a ser. No vaya a. No vaya. No. Y habrá que decirle al vecino del segundo, al de la fábrica de muebles metido ahora a concejal, que se largue del edificio. No vaya a ser qué. No vaya a ser. No vaya a. No vaya. No. Siguiente estación, siguiente parada, Informe desde Creta. ¿Todos los hombres con pintas de inteligentes esconden secretos? Vaya usted a saber, no son horas para ese tipo de preguntas. El problema son las respuestas y llegar al centro del laberinto, y no poder salir, o no querer salir, y buscar sucedáneos, buscar un plan hache que preceda al jota. Ver morir a tu padre a quemarropa cuando eres un crío y poder vivir. Poder dormir. Poder respirar. Poder. Bueno. Abro paréntesis, como decía antes en mis clases, tanto o más que decía el profesor Chacón en las suyas. He aguantado 130 páginas sin llorar, pero ya tengo que llorar. Cierro paréntesis. De los que te dejan sin aliento y con lágrimas. Siguiente estación, Enemigo del pueblo. Al que señalan en el bar. Incluido el cura, el cura siempre jodiendo. Si todos lo dicen, algo de verdad será. Chivatos señalados sin pruebas. Jodidos hipócritas que te ponen en una diana. Decía Pepe Perona que "no hemos sido educados en la altivez del suicidio". No. Es cierto. Pero cuando te llevan a la desesperación, cuando meten pájaros muertos en tu buzón, cuando no le venden carne a tu hija en la tienda, cuando tus compañeros de timba te advierten, piensas en lo peor. Y lo peor es una cosa muy personal, como ese cura hijo de Satanás que es un etarra más. Con sotana, pero un etarra más. Golpes en la puerta es el siguiente capítulo. Habla de cárceles y de personas que no responden, de calendarios que hay en los suelos y de ruidos de uñas. Y ser un preso F.I.E.S. ¿De verdad eso era legal? O como escribió Tarrio, "la cárcel dentro de la cárcel". Esa cárcel donde no tienes espejos, donde los muertos no te escuchan, donde purgas por tus juegos y tus muertos. Y los muertos de los demás. Y por los muertos que un tipo de Francia dice que tienes que conseguir. En la siguiente escena, El hijo de todos los muertos, se reúnen imágenes y sonidos, chasquidos y ruidos de balas con 14 años de duración que siguen en el oído de la mujer que fue tiroteada en su coche junto a su marido y del recuerdo de la guerra civil otra vez. La vida hace extraños vecinos, que gente que salva vida a gente para que los descendientes del otro maten a los de uno. La siguiente estación de parada es Después de las llamas, donde dos ingresados en un hospital charlan y se muestran, cada uno a su modo, reales, falsos, con miramientos y distancia. La distancia, siempre la distancia. Y todo lo demás, también.

Camino de Las Azores (LXXI)

Seguimos camino de un destino que no sabemos si odiaremos o nos acogerá con los brazos abiertos, con el estómago lleno o con la cabeza fría. Pero la evasión no es cuestionable: honor, respeto y todo claro en el cuaderno de bitácora. Que no queden resquicios de dudas, que no queden pensamientos ocultos, que no caigamos en contradicciones.

El cuento de la criada. Primera temporada.

A los 15 minutos de empezar a ver la primera temporada de El cuento de la criada sabes que hay ponerle estómago al asunto. Va de sufrir. Desde el principio. Cuando se observa, allá a lo lejos, por el Ártico sin monos, un hilillo de esperanza... se esfuma. Se va. Sale un chaíto para decir adiós y joder la marrana. En uno de los sermones del primer capítulo se dice que "el deber es un cruel capataz". Vamos, un hijoputa de los de toda la vida. De ayer, de hoy y de siempre. Coger a las fértiles en las fronteras de Yankilandia para ser fecundadas por los jefazos, jefecillos, superjefes y el boss de turno sea o no alcalde de Chicago, sea o no yerno del exgobernador del Estado. Da igual. La sensación de opresión es absoluta. Hay momentos en los que solo deseas dos cosas: apagar la tele y apagar la tele. Es lo que tiene leer La Biblia al pie de la letra: se te va la pinza, la cuerda de la ropa, la carga de la lavadora y el tendedero entero. Sacar las materias de contexto. Joder por joder y tiro porque me toca. Toca en la cabeza, vestidito rojo, espías al por mayor, al por menor y multiplicados hasta la extenuación. Cambios de nombre para resituar la mierda. Rituales hasta para limpiar(se) el culo. Ceremonias, testamentos antiguos, lágrimas y cigarrillos finos después de ver al marido intentar inseminar a la esclava de la fertilidad. Lo dicho. Estómago, mucho estómago. El cuento de la criada es una buena reflexión sobre los estigmas, las etiquetas, los chistes (mal)entendidos. Todo tiene un precio y yo quiero naranjas frescas, o atún del mes pasado o te mando a las colonias a morir más pronto que tarde. Agentes dobles. Revueltas del pasado. Niños robados. Niños perdidos. Niños ajenos a los que amamantar. Para que ocurra algo antes permitir el hecho diferencial. Partidas de juegos de mesa. Escuadrones. El día D. Hora H. Antes o después todo se va a la mierda. Leyes que cambian leyes. Sociedades que se van al carajo día tras día con el cuento de nunca acabar. Posiciones que llevan al caos. Apocalipsis de dolor. Llantos sin remedio. Una rosa no siempre es una rosa. Hay ángeles que vienen a cambiar el aire, la atmósfera, pero la contaminación moral puede con todo. Platos relucientes después de comer. Locura colectiva. A criar se ha dicho. Pero los daños colaterales son múltiples, casi como el número de asesinatos y suicidios. Y en mitad de ese caos negro, oscuro, de pronto hay un hilo de esperanza. De pronto, tragando bilis las 24 horas del día, se ve un rayo de sol. O tal vez solo sea un atisbo de lo que podría ser. Acaba la primera temporada de El cuento de la criada preguntándose la protagonista si hay que tener esperanza en la futilidad. Vaya usted a saber sí esa esperanza es posible, porque es tan posible caer en gracia o en desgracia, vivir de rodillas y morir lapidada, hacer sangre y salir mal de un intento de suicidio. Luz y oscuridad a partes iguales, Ontario en el horizonte, toca que quitar y arrodillarse bajo la nieve. Hasta la sangre tiene belleza, hasta el dolor, grandiosidad. Y todo lo demás, también.

Loaded (2017)

¿Siguen siendo Primal Scream los Beatles de serie B? ¿Cómo habría sido la conversación entre Chema Rey y Tomás Fernando Flores en 2017 al respecto? Música ficción.

martes, 13 de junio de 2017

lunes, 12 de junio de 2017

Grantchester. Tercera temporada.

Reflexiona Grantchester, desde el principio de esta tercera temporada, sobre la virtud. Sobre lo que debemos hacer y lo que queremos hacer, aunque al final hagamos algo totalmente distinto. Nada de eso vale. ¿Tenemos valor para hacer lo que debemos? ¿Hasta dónde llega nuestro rigor para mantener nuestras convicciones? ¿Está el valor del "no" sobrevalorado? La integridad de mantener unos principios (sean los que sean, el límite es difuso según la primera persona del singular) es inequívocamente insegura. ¿Bien? ¿Verdad? ¿Justicia? ¿Belleza? ¿Es tan difícil poner esos 4 conceptos en una coctelera y sacar una ambrosía deliciosamente peligrosa? Y puestos a manjares exquisitos, buscamos premios cuando no hay ni sorteo programado. Nos engañamos, con y sin anillo, comprando vino, bebiendo pintas, recolectando güisqui, negándonos la mayor, la menor y todas y cada una de ellas. Ni el Big City de Spacemen 3 nos arregla el asunto. Ni ese jodido himno atemporal. Grantchester y las ediciones llegadas de América de poemas de tito Guillermo; Grantchester y sus historias fargianas de hijas que roban a padres, y mujeres que abortan sin que sus maridos sepan y de niños guapos que no quieren volver a la cárcel porque quieren sentarse sin ver las estrellas. El desamor, el amor (bien)entendido, los niños que se van y vienen, los amores primeros que no siempre los últimos. Vaya sarta de reflexiones deja la tercera temporada de Grantchester, con su dosis justa de azúcar y sangre, de venganza y vueltas al pasado, de recuerdos y bodas que están firmadas del revés. Y todo lo demás, también. Coda: Seguimos, como años atrás, sin creer en el jazz. Pero, por lo menos, los músicos de jazz se lo pasan bien, no como otros que ni disfrutan con "su música".

Camino de Las Azores (LXX)

¿Cantaremos algún día el Aleluya o nuestro rumbo irá de Requiem a Requiem y tiro porque me toca en do menor?

Rabia, acritud...

Y revoluciones orquestadas desde camas. Y cosas que dijo Sally y es tarde y todo lo demás, también. Coda: ¿De verdad oímos decir todas esas cosas?

Versiones planetarias del 2017 para Alburquerque

domingo, 11 de junio de 2017

¿Dónde está esa playa?

¿Herejes en otra vidas? Podría ser, deliberiando a ratos entre lanas y paños. Todo puede ser.

Santísima Trinidad

Hoy, entre papiroflexias y caminos de piedra hacia la ermita, toca reflexionar por la festividad del día: la Santísima Trinidad. Hay que creer, aunque yo no me llevo bien con las palomas.

Estrellas sobre estrellas

sábado, 10 de junio de 2017

Flaked. Segunda temporada

Las consecuencias de nuestros actos sobre los demás. Decisiones que causan estragos en la comunidad donde todo el mundo te conoce. Ventas para construir hoteles. Traición. Traición. Traición. Bicis sin sillín, para empezar. Todo es mentira en la época de las bicis sin sillín. Las series sencillas, sin aparentes pretensiones como Flaked, acaban dando sorpresas positivas. Casi 4 meses después, todo ha cambiado. Nada es igual. Hasta los leopardos tienen cuernos. ¿De verdad podemos vivir como si no hubiera existido el ayer? ¿Es posible? Defraudar, algo típico de alcohólicos. Gran invento ese de dar bandazos por la vida. Una vez, otra vez y otra vez. Y llorar por nimiedades. Los accidentes y sus verdades. Barras sin estrellas en el mundo de las palmeras, el sudor, las guitarras y las estanterías movidas. Mentiras por doquier mientras la confianza era total. No hay causas nobles en las mentiras. El centro de atención no es motivo para inventar mierdas. La puerta se abre, antes o después. Pero las segundas oportunidades no son eternas. Cuando el cementerio de mierda adquiere categoría de nuclear, todo puede explotar en múltiples direcciones. Se crea un Chernobyl sentimental de difícil resolución. Pero, en mitad de la reflexión sobre la mentira, vuelve la caída a los infiernos. Y todo lo demás.

viernes, 9 de junio de 2017

Tánger Bar

Llega a mis manos Tánger Bar de Miguel Sánchez-Ostiz gracias a amazonísticas compras de Don Importante. La edición del pasado viene con un prólogo de Enrique Murillo en el que se reflexiona con el papel de la provincia. No nos metamos en viejos hospicios provincianos, que para eso estaba Antonio Machado. Muchas veces desconfío de prologuistas que intentan regalar consejos sobre libros, concordia y todo lo demás. Los que somos de "provincias" (como si fuéramos una obra de teatro errante y sin rumbo) no creemos en esas etiquetas. Madriz, Madrid, Madrit, que decía el hombre de la camisa verde de la capital de España. Pero no estamos aquí para hablar de Ginés Caballero, sino de de Tánger Bar. Empieza el libro con la imagen de vuelta de un tren, acompañado de mayores y con los detalles que hacen distintos a los mayores. Al igual que al personaje, a mí también los viajes me cansan, no me gustan. Nada que saque de la rutina debe estar bien, dijo alguien que no era el hombre de la camisa verde. Reflexiona el autor sobre los pueblos costeros en invierno, esa mezcla entre jubilados y gentes de paso, interiores más fríos pero sombrías vidas de cara a vistas oceánicas. O lo que sea. El problema es no querer recordar. Hay etapas, épocas, tiempos, momentos que queremos borrar y borrar y volver a borrar si hablamos como Luis Aragonés después de una timba sin fin. Sin buen fin. Pero luego pasamos por sitios, por lugares, por bares que tienen otro nombre y nos vuelve todo a la cabeza: aquella noche que nos robaron, aquella noche que perdimos la cartera, aquella madrugada que casi perdemos el alma y aquellas juergas que resumían tan bien nuestro siniestro rumbo vital. Pájaros nocturnos que adorábamos la madrugada tanto o más que los murciélagos en las noches de Aljucer, o las merlas en los huertos por las tardes picando la fruta. Pájaros todos de mal vivir y peor dormir. Y mal vino. Y uvas sordas. Eufemismos para vidas que, casi nunca, acaban bien. Habla MS-O de la embriaguez del regreso, sentimientos que llevan a fantasmas de modo final. Los fantasmas de un pasado que, antes o antes, siempre vuelven. Caretos varios, caretos que vuelven a nuestro imaginario colectivo. "Imágenes", "el rostro de la muerte" y "la amenaza de un mal sueño". Así lo describe el autor. Ahora, en tiempos de Facebook y Twitter, en tiempos de mensajes y llamadas, en épocas de quedadas y andadas con la promoción del cole y del IES, es fácil encontrar a alguien que quiera ser encontrado. En los ochentas del siglo XX, volver a la provincia, con o sin hospicio, con o sin playa de La Concha, encontrar al personal no siempre era factible. O no queríamos que fuera factible. No siempre era bueno encontrar en mitad de una calle a las cinco y media de la mañana a unos tipejos con los que se compartieron pasos de cebra. O de peatones. O, como el hombre de la camisa verde, setas y parte de la farmacia del hospital. Tipos que tienen más peligro que el farmacéutico de Nurse Jackie. Subraya MS-O la curiosiosidad ("quizás morbosa") de conocer y saber sobre las personas con las que nos cruzamos miradas, malos rollos o simplemente la vida más o menos en común. Pone énfasis el autor en los pasos perdidos. Un politoxicómano como Juan Manuel Fernández Martínez, con el que comparto apellido y genes, decía que no tenemos amigos, que tenemos gente con la que pasamos ratos. Otro politoxicómano, también conocido en mi provincia, en mi pueblo, ahora en la trimilenaria Cartagena, el concejal Bartolín para los amigos, decía que todos somos dependientes. Y en estas nuestras provincias, somos carne del mismo cañón. Carne, picadillo, morcillas del Garrampón y simulacros del Jesuso. O del bar de turno. O del Tánger Bar. Atados a ciudades "como un lastre". Muertos y recuerdos de muertos, como al protagonista de Tánger Bar la muerte del Negro. Huir para seguir vivos. Antes o después tenemos que romper nuestras ataduras con la provincia, con el pueblo, con la residencia catastral, con el reino valcarcil, con el emirato de Sean Connery, con la pedanía de Pas y con las pulseras de FLM. Viva Lorca, Maroto y el abrazo de Vergara o Bergara, que depende de la fuente a la que acudamos a documentar el simulacro de acuerdo entre carlistas e isabelinos. Todos tenemos a nuestra particular Ana Lisa, a nuestro Rafael, a Altube, a Marta, a Horne, a Matilde, a Antón. Y para el protagonista, los escombros del Tánger Bar son los recuerdos de tiempos malgastados, de horas entre personas desconocidas pero que eran necesarias. Grupos unidos por la espera. ¿Desocupados? ¿Taciturnos? Personas que han perdido el deseo, que no buscan un futuro porque no tienen presente. Complicidad no siempre bien entendida. No siempre. Ante la soledad y el desamparo siempre buscamos un plan, una huida hacia adelante. No siempre funcionan, no siempre la Matilde de turno nos conviene. ¿Hay alguien esperándonos? ¿Esperamos nosotros a alguien? ¿Para qué seguir? ¿Tiene sentido algo en la vida? ¿Nos vale con un disco? ¿Con el periódico del día? ¿Simplemente la imagen de un cuadro nos puede salvar? Lo único era espacar de esa familia de Reniega, "la gloria de la región". El primer encuentro con las gentes del grupo, o, como dice MS-O, "la limpieza de lo no estrenado". Y parientes borrosos para bruma aún mayor. Miedo y vergüenza. El mundo dominado por la noche, para mal y para mal. Escribe MS-O sobre "el estado de mema beatitud". Muchas veces nos encontramos en ese estado, vegetando por la vida, enredaderas que suben para bajar, digestiones importantes previas a noches interminables. La supuesta amistad lleva implícita pactos de silencio miradas hacia otro lado (oir, ver, callar), pasar olímpicamente no de 4 en 4 años pero casi. Aquellos fueron dos años para el protagonista, dos años que describe el autor como "la inocencia cómplice de la turbiedad de otras vidas". Y las perras, ese dinero que llovía en época de sequía, barbechos laborales que no tenían explicación. Vagabundos y vidas ajenas. Magazines que creaban adicción. Modas pasajeras. Objetos perdidos en la memoria. La satisfacción de ciertos caprichos acaba siendo efímera, rito en mitad de una misa que en menos de una hora se acaba entre frente, ombligo, corazón y cartera. Viajar para volver, escapar para regresar, ir para llegar a casa lo más pronto posible. Melancolía, desazón, recuerdos, miedo. Todo en una misma frase, todo un truco de marketing de los de toda la vida. A cierta edad, con ciertos conocimientos, con cierta experiencias, no existen los regresos felices. La felicidad, envuelta en papel de celofán, sigue siendo utópica. Soledad y desasosiego. No nos queda otra opción. Subraya MS-O la "atracción por la vida fácil". La soberbia de la juventud y todo lo demás. Desgaste social, desgaste físico, desgaste hotelístico. 15 años y números de teléfono. Todo cambia. Turn, turn, turn que cantaban The Byrds. Todo cambia. Eclesiastés para todos. Apellidos que no se olvidan. Weintraub. Imágenes "intocadas". Noctambulias más o menos agitadas, necesarias tanto o más que la respiración propia y ajena. "Complicada trama de olvidos". 15 años después todos somos y son desconocidos. Hasta al desayuno se le va todo, se le va el olor y el placer 15 años después. La memoria nos sigue engañando, iluminando zonas, oscureciendo otras. Mobiliarios de distintos. Sonrisas desamparadas. Momentos en los que las palabras se juntan y no suenan convincentes. Los viajes al pasado tienen demasiados agujeros negros. Tonterías estomagantes. Y si hace falta, preguntar en una tienda por cajas chinas. Por hablar, preguntando. Y conversaciones sobre la guerra civil, sobre el penal de Santoña, sobre fugas por el mar y sobre campos de concentración. Que no se nos olvide. Con entusiasmo más o menos raro, pero que no se nos olvide. ¿Olor a tabaco frío? Resalta MS-O esos lugares singulares, como los que mezclan impostura con refinamiento. Lugares a los que no volver. Frases que resumen un estado de vida, momentos que nunca se olvidan, retratos que ni el del DNI: "Y algunos tienen esa cara de estupidez que sólo se consigue comiendo a diario con exceso". Petimetres del mundo, fundan la penúltima Internacional. O la antepenúltima. Esos momentos en los que el resto es silencio, nidos vacíos en los que nada es acogedor: frío, humedad, miedo, impulsos vacíos y canciones que no se sienten igual sin la andada en el cuerpo y la pandilla a tu lado. Y el gris del sueño, el que te deja grogui. Reflexiona MS-O sobre la importancia de los decorados, de lo que importa el lugar en el momento de tomar un café, de incitar una reflexión, de transformar el tiempo como canta Iván Ferreiro en El pensamiento circular. Y en esas frases que hacen pensar, dan que pensar, que muy a menudo nos deja MS-O: "Una ciudad no puede reducirse a un bar, a un mínimo grupo de gente. Pero sin embargo así veo que fue para mí. Y sospecho que así es para casi todos aquellos que tienen una idea más bien vaga y aproximada de qué demonios hacer con su vida y viven dejándose llevar por lo más inmediato". Los hábitos de todos los días. Son imprescindibles. No podríamos vivir sin ellos. Es más. No debemos intentar vivir sin ellos. Es utópico. Es un lapo entre el límite del Índico y el Pacífico. Incide MS-O en esa idea: "La vida reducida a unos hábitos de espacio y de trato, y poco más, y cada vez que se ven obligados a romper esa rutina, se sienten incómodos, agresivos y quieren regresar antes a su mundo pequeño y dominado". Y así te quedas. Con cara de estar perdido, sin brújula. Ya no está lo que nos creíamos que nos daba cohesión. Equivocados estábamos, pero supuestamente felices, supuestamente vivos. Y en esa pandilla, cada uno juega su papel. Bufón del reino, que charla con todo Cristo resucitado o sin resucitar, que antes o después llega la Semana Santa. Y librerías de toda la vida donde te encuentras joyas y sustos y todo lo demás. Biografías reconocibles. Fragancias del pasado que se mantienen en el presente. Recuerdo, espejismo, recuerdo. Círculos viciosos en torno a barras de bar. Subraya MS-O la "cordialidad insensata" de los borrachos. Las letanías de los alcohólicos son generalmente desatendidas. Infravaloradas. Fuimos comparsas; somos comparsas; seremos chistes ambulantes casi con total seguridad. Juegos siniestros que solo pueden meter(te) en líos. O meter(nos). El pasado común hecho estampa, foto sin fuste, hielo sin alcohol. Nada como un "beodo baldragas" para terminar de arruinar un plan. O mejorarlo dentro del caos. Como la muerte misma. Y libros que reflejan al protagonista de Tánger Bar, con "tufo de sacristía" (antes y después del incienso, las velas, el rosario y todo lo demás). Sociedades que se autorretratan ellas solas; sociedades que sobreviven en la carencia de los ideales más básicos; sociedades que no llegan "ni a parodia del esnobismo". Eso si que es ginevrabencismo en un párrafo, en muchos párrafos, en cientos de líneas que recordar. Como en Pantanosa, leemos, en palabras del autor, novela dentro de la novela, una "crónica desesperanzada de un tiempo muerto". Los finales de fiesta, contados y puestos en papel, en ocasiones, no son bien interpretados. Pero hay que contarlos. Gran invento el de la pretensión de la felicidad. Grandísimo invento. Y en las ciudades más o menos pequeñas, más o menos grandes, cualquier efervescencia acaba sabiéndose. Siempre. No hay resquicios para el anonimato. Nunca. Por mucho que se tapen, aireando alfombras siempre sale una parte de la verdad, aunque no sabemos si es la parte que queremos saber. Es difícil la caza, la pesca en aguas revueltas y podridas. ¿De verdad se pueden mantener separados barreras y silencios? Dificultoso al menos. Pone énfasis el autor en las vidas fraccionadas que llevamos. Aventuras, idas y huidas, vueltas sin motivos aparentes, representaciones idealizadas de vidas más falsas que un billete de Mortadelo. Después de años en la ciudad, a su vuelta, realmente nuestro protagonista solo conoce a un borracho y muchas sombras. Más concretamente, MS-O escribe "colección de sombras". Seis individuos que aparentaban ser lo que no eran, con sus disfraces y sus barnices, con potingues y perfumes para disimular sus tristes existencias. Unos más destacados; otros, menos brillantes; el resto, bufones de una corte que ni en la peor de sus pesadillas llegaban a esclavos versallescos. Incide el autor en la búsqueda de ese "señorito inútil de provincias, un provinciano desarraido con pujos de cosmopolita". Etiquetado así, da que pensar. Hay personas que viven siempre desocupadas, vacacionalmente ocupadas en trámites superfluos. Para MS-O, el protagonista es un "racimo de deseos insatisfechos". Siguiendo el nachapopismo reinante, uno "se dejaba llevar" por otras personas que, realmente, no se conocían realmente. Nada como el hecho de pasar ratos juntos para desconocerse. En década y media, muchos cambios. Hablaba el Maestro de Gramática que las costumbres son modas envejecidas. Si nos vemos en fotos de hace 15 años muchas veces no nos reconocemos como nosotros mismos. Esas edades chamorristas, llamadas falsamente de oro, acaban mal. El que vive siendo un fantasma acaba siendo un fantasma, me dijo una vez el hombre de la camisa verde. Entre lluvias y brumas todo acaba mal. ¿Es desidiosa la vida fácil? ¿Se puede mantener durante años una vida sin expectativas? Dicen los curas que en tiempo de melones cortos los sermones. Lo más saludable, quizás fuera no criticar a esa media docena de individuos. Perder la vida entre charcos; perder los sueños entre farras y refranes casposos. Y en mitad de ese crujir de dientes, de ladrillos bíblicos que descartaron los arquitectos, estaban las procesiones al bar, la contrarreforma personal de esa pandilla ante el estupor reinante. Cuando todo es niebla, cuando estás rodeado de mierda, cuando la caja del diablo suena en forma de bucle, solo nos queda la procesión al bar. Daba igual la invocación, la conversación, el tema del día; casi todo, olvidadizo. Da igual. Cuando uno nace con el alma robada, da igual. Bendita insistencia. Y cuando alguno de la pandilla se aburría, también. Hay ciudades que cansan, con y sin hospicio provinciano. ¿Pero hay escenario que no canse? ¿Alguno? ¿Vivimos como queremos vivir? ¿Por qué hacemos cosas que no queremos hacer? ¿Simplemente para satisfacer a los demás? ¿Realmente el talento necesita de víctimas? Tánger Bar, durante su lectura, hace pensar. Dulzura, nostalgia, falta de ocupación. Y el dandi del pasado convertido en fantasma del presente. Y los recuerdos de los cuadros, de los Ucelay y los Iturrino, y reconocer la ruina donde antes había esplendor. Es lo que tienen las "vidas estériles", todo se acaba y solo hay periódicos viejos que huelen de manera peculiar y ojos de cristal viudos. Y las risas burlescas y arrogantes entre ron y café. Máscaras y más máscaras. Barniz. Apestados de la vida siempre hubo. ¿Búsqueda de culpables en mitad del desastre quince años después? La corte convertida en sombras. ¿De verdad que hay complacencia en el deterioro? Cárcel, hospital, cementerio; lugares que separan, como hablábamos con el hombre de la camisa verde, a los amigos de la gente con la que pasamos ratos. Y esos dos últimos capítulos de retratos: ambientes, personajes, lugares cerrados, licores amarillentos, desesperanza y muertes que se pudieron evitar. O tal vez, no.

Camino de Las Azores (LXIX)

Volvemos a tener una ausencia de viento que nos desespera, tanto o más que un político español en danza contemporánea. Es lo que tenemos. Toca remar y apechugar, rezar sin saber rezar. Y todo lo demás, también.

Murciar

Nada como que Rosa Belmonte tenga que recordar el nombre y los hechos. Hoy toca "Murciar el bombo". Grandes palabras con grandes significados.

Yo soy más de la azul

La verdad es que el escenario no tiene parangón, pero una vez que vas Reina Sofía, soy más de azules. No sé, pero ese cuadro es de los que se te queda en la retina. A mirar se ha dicho.

Desguace del día

House of Cards. Quinta temporada.

Miedo. ¿Qué vemos? ¿Un canalla en La Casa Blanca? ¿Debates para escupir en Los Grandes Lagos? De oca a oca, y Frank Underwood siempre gana. Aplausos y normas vulneradas. A la mierda todo en la quinta temporada de House of Cards. Siempre hay bruma para evitar lo que hay que ver. Exigir, exigir, exigir. Declarar y no ceder. ¿Estado de guerra entre USA e ICO? Lo que hay que hacer para seguir en el poder, para marear la perdiz. El mismo día del estreno la cuarta temporada de House of Cards, en España Pablo Iglesias recibe un huevazo junto a taxistas descontentos. Ese es el nivel. Pero no comparemos. No estamos para comparar. Por supuesto que no. Está Claire y aquí tenemos a no sabemos a quien tenemos. Toda comparación es un chiste ambulante. ¿Qué es política? ¿Respeto por los muertos y compasión por los vivos? Vaya usted a saber. Y ahora, hasta en los funerales con famosos y políticos, móviles y cámaras al poder. Jurar y llorar, y volver a jurar y llorar. Días ajetreados, días tristes, días que están por encima del bien y del mal. ¿Se puede ensayar como Dios manda lo que decir en el entierro de un marido o de un padre? Viva la Guardia Nacional. Y los niños diciendo verdades como templos. Siempre hay 40 minutos que lo cambian todo. Con el paso del tiempo, al igual que ocurre con El Ala Oeste de la Casa Blanca, juzgaremos en su justa medida a House of Cards. "El mejor comunicado es omitir un comunicado". Palabra de FU. ¿Confundir liderazgo con queja como hacen los republicanos? Pero también está el papel, otra vez, del cuarto poder. La prensa siempre como piedra en el zapato. El mismo día de este estreno de House of Cards, en El Mundo despiden a un tipo como Pedro Cuartango y Jabois lo recuerda como Dios manda. El miedo a los periodistas está latente siempre. Y en vez de huevos, a la primera dama le tiran pintura al grito de zorra de guerra. La gente es experta en tener miedo. Sí. Pero, ¿la Historia realmente nos dará la razón? La búsqueda de un terrorista en mitad de una campaña electoral. El punto muerto de la política. Ni orgullo ni narices. Ni mierdas varias. ¿Cuántos robabolis provincianos tienen cargos de poder? Pero siempre necesitamos muñecos, desconocidos conocidos. Y tipos que están fuera de su salsa pero molestando en salsas ajenas. ¿Conjeturar en política? Absolutamente todo es posible. Y Afganistán como ejemplo de lo que pasa. Opciones. Siempre hay opciones. Políticos con sed de justicia, con sed de justicia. ¿Trabajo? Cuando un camarero te dice que nada es para siempre, acierta. Siempre. Y el terror, cuando se mete entre las elecciones, las cambia. Onces emes antes de catorces emes, ya tuvimos nosotros nuestra ración. Y ETA. Y lo cantaron Los Planetas: "hacer un presidente de los estados de ánimo". Y en Gringolandia, todavía más. Lo de Al Gore y Florida, un chiste comparado con la quinta temporada de House of Cards. Y el empate de 1800 en el horizonte. El comienzo del fin de la historia en minúsculas. Pero es que todo es muy complicado. Demasiado. ¿Nos juzgan los muertos? ¿Y por qué nos quedamos levantados? Porque somos tipos que no sabemos si sentarnos o seguir levantados. Mierda sobre mierda. Los peces gordos no hablan del último libro que han leído. ¿Los chinos siempre tienen razón? Ahora que el medio ambiente es un tema que sale en la prensa todos los días, toca airear el asunto. ¿Salvamos a los que se están hundiendo? ¿La Historia se gana? Solo te recuerdan por una cosa: La victoria. Únicamente la victoria. El poder es como el negocio inmobiliario. El sudor, sobrevalorado o no, siempre vuelve a la campaña electoral. El patriotismo como debilidad. ¿De verdad que los muertos duermen con los ojos abiertos? ¿Nadie utiliza ya la palabra crepuscular? La mentira sigue adelante en esta temporada. Lo mismo de siempre, pero con Claire en el centro de todo por doble partida. Venganzas, chivos sin fiesta, dolor, muerte colateral, asesinatos de terroristas televisados, Siria, Rusia, China y una crisis detrás de otra para tapar la gran mentira de la democracia. Pero hay muchas muertes por el camino y muchos hígados que pueden fallar en cualquier momento. Y todo lo demás, también.

jueves, 8 de junio de 2017

¿Dónde están aquellos días?

Spacemen 3 en el horizonte

Siempre hay himnos que venerar. Luego, un paso por encima, cuando estás entre la tarima y el alumno ACNEAE, Spaceman 3.

miércoles, 7 de junio de 2017

Big City

martes, 6 de junio de 2017

Palabras exactas

No nos sobra

Debería ser 35 antes. Siempre. Antes de lo malo viene lo bueno. Himnos. Cuando digo yeguas en clase me da la risa floja. Muy flona.

¿Por qué añoramos Mr. Robot?

¿Por qué añoramos a los Peaky de las cuchillas?

¿Por qué añoramos Sons of Anarchy?

Fotografías

Hay fotos para enmarcar y fotos que marcan. Y luego está la historia de la foto de Jabois.

lunes, 5 de junio de 2017

domingo, 4 de junio de 2017

¿Qué es lo que el farero cantará?

¿Un nuevo Papa?

El timbre ha tocado

Y como dicen en Snatch, "no hay escuela como la vieja escuela". Sacad vuestra personalidad, que se resume en una etiqueta de una botella de anís, y reflexionad un rato. Pensad, pensad, pensad.

287/315/461

287. Impar. 315 y 461. Números de la casa de un muerto. Números de la casa del hombre de la camisa verde. Quizás el final del cuento estaba en página impar. ¿Estamos presos al pasar la página? ¿Queremos que acabe el cuento de la criada? ¿Por qué esperamos ese final si la criada no va de verde?

La satisfacción de los sentidos

Recuerdo, espejismo, recuerdo.

Ha vuelto el círculo vicioso. Otra vez. Ha vuelto.

Himno para desterrar el miedo

sábado, 3 de junio de 2017

¿Nos sobró Carnaval? (XI)

Versión del 3 de junio de 2017

¿Nos sobró Carnaval? (X)

¿Nos sobró Carnaval? (IX)

¿Nos sobró Carnval? (VIII)

Nuestros barcenísticos mandatarios

Siguen en el poder. Y todos aplaudiendo. Y la marea baja, la marea alta. Da igual. Y nosotros, ignorantes, figurantes (mal)nacidos, haciendo el imbécil. Todo sigue siendo mentira. Pagad, malditos. Pagad impuestos. Para esta puta mierda.

...que pienso en tí.

viernes, 2 de junio de 2017

jueves, 1 de junio de 2017

¿Cómo aguantamos los noventas sin estos himnos?

1 de junio

Hoy no es 18 de mayo. Es 1 de junio. Hoy no toca acordarse de Ian Curtis. Simplemente, de Borges.

17 años atrás

Coda: ¿Tan mayores somos? Coda 2: O tan jóvenes creímos ser. Sin preguntarnos casi nada por aquel entonces.

23 años atrás

22 años atrás

Eres un fúcar

Vaya tela nuestro diccionario. El de toda la vida y el de ahora, el de siempre y el de nuestros días, el que cogemos en mitad de la noche para definir una acción de Curry y un desprecio de Frank Underwood. Y resulta que nos gobiernan las élites. Como siempre. Siempre hay un fúcar en algún lugar. Cacique, Cánovas sin Rodrigo ni Guzmán ni Adolfo. Palabras que aprendes gracias a Carlos Mayoral. Coda: Hoy toca camiseta verde. Hoy toca escuela pública para todos y contra ese fúcar que quiere monopolizar el sector.

Pasando controles

Con la cabeza entre las rodillas ajenas, cruzando ríos que han cambiado de nombre, llegando a ciudades rebautizadas. Siempre hay un cuento que contar, siempre un espía entre nosotros, siempre un momento de lucidez cuando otros ojos te miran.