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jueves, 7 de agosto de 2014
Mafiosa. Le clan 1. Primera temporada
Llegué de milagro a la primera temporada de Mafiosa, Le Clan. Un cruce, un semáforo, una eme en mitad de muchos párrafos inconexos. Novedades, sin Carminha, respecto a otras series mafiosas. Primero, la ubicación. La Córcega francesa, mitad italiana, mitad independentista. Suena la palabra colonial durante esta primera temporada; se habla del continente, de los que vienen del continente. ¿Se puede contar con los que vienen del continente? Tiempo al tiempo, que diría Montesdeoca. Tiempo al tiempo. Pero la gran novedad, es la lideresa, la canciller, la mandamás, la protagonista. Muere el líder del clan sin descendencia masculina directa y el negocio va a la sobrina. Brillante abogada que a golpe de revólver y metralleta se hace con el chiringuito… aunque el chiringuito en la serie sea otro. Hay que saber cómo asciende el personal en el escalafón mafioso. ¿Cómo llegó Nucky Thompson a ser quién fue? Nada es fruto de la casualidad, pero hay hechos que ayudan, que dan un empujón. Al igual que en Los Soprano, en Mafiosa, Le Clan, hay circunstancias como la muerte y la enfermedad que ayudan a la Aguirre de turno. Y, sobre todo, la familia. El hermano de la jefa del clan, mano derecha y consejero delegado, brazo ejecutor al que no le importa manchar sus manos con sangre de cualquier procedencia; la cuñada ansiosa y adicta al juego y con más deudas que la Argentina de Cristina antes y después del corralito; la sobrina Carmen, lianta y que promete en próximas temporada; la madre esquizofrénica y loca perdida; los tíos cabrones; y un sinfín de enclenques, hijpoutas, maleantes, locos, chatarreros, infiltrados, escoria variada y chusma al más puro estilo fabral. Fabral, eso he dicho. Recomendable primera temporada para pensar en cómo se merece alguien una bala por tocar el dinero ajeno. A los amigos de lo ajeno, balas. Y todo lo demás.
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