Royal Pains. Primera temporada

De golpe y porrazo todo cambia. Tanto estudiar para esto. Con esa premisa comienza la primera temporada de Royal Pains. Médico al que largan por no prestarle atención al billonario benefactor del hospital en el que trabaja que tenía que morirse ese jodido día. Y después de eso, acaba siendo médico privado de ricachones con helicópteros y Ferraris y todo lo demás. Los Ferraris con mayúsculas son cosa del Word, yo en eso no me meto. Estos doce capítulos son ágiles, pero la conciencia sigue ahí. Se pueden hacer cosas como salvar vidas, pero es la vida propia siempre la más importante. La tuya y las de los que te rodean. Pero el pasado siempre sigue golpeando tu cabeza como lo hace un zapateado de Joaquín Cortés un día de resaca post-garrafón. Momentos intensos, aunque nunca se le muere nadie al buen doctor, para que vamos a engañarnos. Administradoras guapas de hospital, magnates varios, médicos que vuelven, hermanos engañabobos, indias multimillonarias que esconden sus verdaderas pasiones y un paisaje repleto de buenas intenciones. Engancha, tiene alma pero le falta un poquitín para ser una gran serie, pero merece la pena verla. O tal vez no.