Hace 1 hora
jueves, 2 de agosto de 2012
El Desencanto. Después de tantos años.
Esta madrugada he visto dos pelis que no recomiendo. Que no puedo recomendar, o no debo, por ese maldito regusto a vómito sanguinolento que deja. Son El Desencanto, de Jaime y Chávarri, y Después de tantos años, de Ricardo Franco. Ambas con la familia Panero de protagonistas. Ya los nombres son indicativos. La primera fue rodada en 1974, aunque visionada en el 76. La segunda, del 94. La familia del poeta del régimen saca su cara más asquerosa, con una madre distante, con un hermano mayor canalla hasta la saciedad (me da asco hasta escribir su nombre); con un Leopoldo María Panero, devorado por su personaje de loco; y con un Michi Panero, que tiene reflexiones, sobre todo en la segunda película, que dejan a los demás en bragas, los retrata a la perfección, los disecciona hasta que las retinas tienen que alejar su punto de mira a la pared porque la verdad duele. Pandilla de paranoicos. Tal que así. Saltos al vacío que acabaron rodeados, como dice Michi, “de hectolitros de alcohol”. Por eso digo que no es recomendable, sobre todo la segunda, para los que quieren un delicatessen. Que busquen distancia ante estos dos retratos, que cojan el primer vuelo hacia Marte, y pidan solo ida, que para volver a España siempre hay tiempo, aunque cuando vuelvan ya se llame de otra manera. Reflexiones desde la locura, la enfermedad, el manicomio y la exaltación de lo diferente. De lo raro. No he leído a ninguno de los hermanos y no sé si tengo la magdalena para pespuntes.
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2 comentarios:
Una familia que se ha quedado con el papel de escritores/bebedores malditos
si fuera solo alcohol
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