Hace 2 horas
viernes, 30 de diciembre de 2016
The Young Pope. Primera temporada.
Desde el principio todo es distinto en la primera temporada de The Young Pope. Suena distinto. Los verdes son distintos en los jardines del Vaticano. Las malabarísticas naranjas son distintas. Y todo es una gran mentira, porque el Vaticano es la MENTIRA. Lo dice alguien que va a misa los sábados, algunos domingos, algunos días. Una cosa es la institución, otra la mentira. La gran mentira. Y puestos a contar mentiras, hay que dar(les) mucho barniz. Toneladas de barniz. Barniz del que huele bien. Pero también del otro. The Young Pope es política, pero la peor política: la de puñaladas traperas con ropa cara, con alzacuellos nada baratos, con puñales de plata y oro, con sangre cara. Reiremos sobre la elección de Trump cuando pasen unos años; reiremos (o no tanto) sobre poner zopencos zapateriles y rajoyescos al frente de un camión sin frenos llamado España; ¿reiremos cuándo en Francia gobierne Le Pen con tinte rubio caro y zapatos hechos por negros? Las risas en política, en religión, en fútbol y medicina tienen un precio. La ley de la oferta y la demanda en política, religión, fútbol y medicina es demasiado cambiante. Maradona, San Pipita, Verrati, Ganso, Nasri, Isco. Todo producto es cambiante (menudo delirio). O encontrar a Dios en un bar esrilianqués (o como se diga), junto a un alemán que pretende imitar a un Hannover, ernestiano o descendiente de la reina Victoria o vaya usted a saber de quien. Hay cafés y obsesiones (¿seguro que el azúcar de caña es una obsesión juvenil?). Gran pregunta papal : ¿Te regocijas en la bellezas? Será por preguntas papales, por argumentaciones papales, por jardines papales, por el canto de los mirlos del jardín papal, por la presuntuosidad papal, por la esterilidad de las rubias. Y no hay que perseguir a ningún fallecido, por si vuelven. Y bautismos entre llantos, con haches o sin haches. Y aquella mujer barbuda de las oposiciones, siempre presente. Y el Secretario de Estado vestido con la indumentaria napolitana, antes y después de que el Santo Padre le pase el zapato rojo por el hombro. ¿Qué fue de la marginalidad de la Iglesia? ¿Cuál es el propósito de los sacrificios? ¿Qué estrategia deben seguir los cardenales? ¿Qué ocurre cuando las iglesias están vacías? ¿Por qué ya no hay curas? ¿Por qué ya no hay misioneros? ¿Por qué ya no hay chicles de clorofila? ¿Por qué Iglesia y corrupción aparecen muchas veces unidas? ¿Por qué la farsa se olvida de la realidad? ¿Por qué no sale Mou preguntándose cualquier asunto imposible? Rosarios para todos, entonces. O tal vez, no. Cantaban Los Nikis en No vuelvo a ir a Benidorm aquello de "Herodes, ven, por favor". ¿Por qué ya no se enseña el noble arte de la coctelería? ¿Por qué no maduran nunca los sacerdotes? ¿Por qué se impiden asuntos manifiestamente prescindibles desde La Iglesia? ¿La Verdad? ¿Conocen los miembros de La Iglesia la piedad? Decían en JFK que "la traición no prospera porque si no ya nadie la llama traición? ¿Por qué el Papa tiene los calcetines del revés? ¿Por qué el pecado genera pecado? ¿Tenemos que conformarnos con lo que tenemos? ¿Asociar buen humor con estupidez? ¿Dolor en mitad de ninguna parte?
Coda: ¿Y este es el desahucio eclesiástico merecido?
Coda 2: ¿De verdad que todo tiene un precio? ¿Tanto castigo para los pecados del pasado?
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2 comentarios:
Se puede generalizar? Dirías que todos los profesores explican mal o son malos profesores?
Es difícil generalizar.
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