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sábado, 28 de abril de 2018
Engrenages. Sexta temporada.
Engrenages vuelve intrigante en su sexta temporada. Dramones, historias cruzadas, tumores, muertes con fiscales implicados, violaciones y cualquier asunto que acabe en ese. O casi todos. El grupo, con sus diferencias, vuelve a unirse, con distancia y mierdas, para resolver casos, para investigar muertes de colegas, para corromperse aún más, para luchar contra enemigos internos, para joder a sus familias, para encontrar jodiendas con vistas al asilo y al monopatín del hijo que nunca ves. La corrupción no es un estado de ánimo, es un mal que está entre nosotros, día y noche, 24 horas al día, 365 días al año. Es lo que hay. No se puede luchar contra la corrupción. Se pueden poner parches, se pueden buscar planes alternativos, pero siempre sigue ahí. Siempre. Reflexiona esta sexta temporada sobre la traición, los atropellos, las violaciones, la corrupción policial, el asco de la política, el uso que desde una alcaldía se da a la emigración, la pobreza, los ritos gitanos, el divorcio y sus daños colaterales, la enfermedad de los bebés y el dolor por equivocar(se) siempre. No es fácil, en ocasiones, ver Engrenages. Saca lo peor y lo más malo de nosotros. Pero es que la realidad es lo histórico, el día a día, o como decía el hombre de la camisa verde (creo que era él), "la disciplina del dolor". Nunca ganan los buenos porque siempre salimos perdiendo. Y, como en la vida, todo es mentira en Engrenages hasta que aparece una niña muerta en un vertedero, un policía muerto, un emigrante víctima del sistema, una gran mentira edulcorada en el telediario. Y todo lo demás, también.
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1 comentario:
No sé si me quedé en la tercera o en la segunda.
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