La Verdadera Historia.

No. No me estoy refiriendo a la que nos contó Heródoto de Halicarnaso, el jodido padre de la Historia. Y la Tarsis bíblica, y esas cosas tan mal traducidas. Me estoy refiriendo al libro La Verdadera Historia, recomendación de eme. Me lo lei el marte. De 144 páginas, de texto poco más de 100 (letra enana, he perdido las corneas). Lectura desde la óptica del fan y del periodista. Las conclusiones no sé si son muy significativas (todo esto es muy relativo, es demasiado subjetivo). Lo que más repiten J y Florent es que de la música no hace falta hablar y escribir, que la música se escucha y se siente. En este sentido, sobran las palabras. Para eso ya tenemos la música. La relación con productores y discográficas. También la entiendo. No es posible una relación fluida con quien te controla, y, a veces, te paga. Respecto a las relaciones personales, nada en la es fácil. Qué voy a decir yo, que excluí la palabra convivencia fluida de mi diccionario. Para eso ya tenemos la música. Del cambio de los años, y que de boquilla vamos todos de revolucionarios, pero en realidad somos bajoburgueses acomplejados.
En definitiva, lo que importa es lo que transmite esa música: soledad, dificultad, desamor, vida cotidiana, sentimientos diferentes, decepción, (auto)destrucción, manual de redención, sinfonías casi siempre agrias, dulces venenos, ruido atrayente, cinismo, ironía, felicidad en 2 minutos, desengaño, vómitos prietos, desesperanza, sueños que siempre acaban (mal), aortas sangrantes. Y todo lo demás.
Por cierto, ese Una semana en el motor de un autobús, me lo regalaron. Y sigue vivo. Sólo falla al final, será por las escuchas. Y no le di las gracias a quien me lo regaló. Lástima.