Hace 39 minutos
jueves, 9 de julio de 2009
Weeds.
Por fin me he terminado la primera temporada de Weeds. Bajo esa apariencia de drogadicción, lo que habla esta serie norteamericana es de soledad y necesidad, de fragilidad emocional y de afán de supervivencia. No es fácil la viudedad. No es fácil sobrevivir a la perentoria necesidad económica. Mantener un nivel de vida es complicado. Mantener un alto nivel de vida es muy complicado. Y cuando todo se complica, los intestinos hacen el resto. Haces de tripas corazón, como coloquialmente se dice. Y mira que me gustan los hígados de cerdo, pero eso es otro cantar (con mucho limón, pimienta y sal, exquisitos). Hay que pagar facturas, demasiadas facturas. Y cada uno se cobra un precio. Aunque sea el de la desesperación.
Los personajes de la serie están perfectamente perfilados, y no se estira el chicle innecesariamente. 26 minutos por capítulo es suficiente. Esto es como los relatos de Borges, con 12 páginas es suficiente para recrear ambientes e ilustrar con atmósferas increíbles. Es lo que tiene. Y, precisamente, esa ilustración muestra muchas realidades latentes, y que muchas veces no queremos ver. O simplemente, las vemos pero al final miramos a otro lado. Respetables abogados y economistas que sacan a relucir sus más bajos instintos; hijos revoltosos que tienen que llamar la atención; adolescentes que dan tumbos en una vida llena de resaltos. Pero nunca es malo recordar que todo es mentira. El ladrillo de la fachada esconde pilares decadentes, como la catedral engaña mostrando un obispo sin vocación. ¿Y dónde está el problema? Hay que comer, y la factura la luz siempre aparece en el extracto de últimos movimientos de la cuenta corriente. Y en Irak no había armas de destrucción masiva, joder. Bush, siempre jodiendo. Buscadla y recomendadla. No sé que he hecho viendo tanta basura y dejando para tan tarde esta joyita. Y punto.
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5 comentarios:
Vi la primera temporada y no me enganchó.Los personajes,a mi juicio,son poco creibles.
No he visto la serie, pero tus palabras son izquierdazos al higado y las podemos trasladar a la realidad de nuestro día a día.
"Nunca es malo recordar que todo es mentira. El ladrillo de la fachada esconde pilares decadentes, como la catedral engaña mostrando un obispo sin vocación. ¿Y dónde está el problema? Hay que comer..." Cojonudo. Me gusta mucho cuando usted se extiende.
Carod Rovira, viajante de condones
Recientemente el Sr. Carod viajó a Ecuador y les largó allí un millón de nuestros euros para fomentar el bilingüismo en la Amazonía. El diario radical “El Revolucionario” le atizó duro a D. José Luis. Aquí, pasó semidesapercibido, no se nos ocurrió ponerlo en solfa. Por lo menos a mí. Lo pensé y luego lo olvidé. Ahora, otros de sus viajes absurdos me lo han recordado. SIGUE...
Carod Rovira, viajante de condones
volvemos a casa!!besicos desde polonia
venga `pasala en cristiano que los ojos no estan pa gastarse leyendo subtitulos
García Francés, los izquierdazos al hígado si que son peligrosos.
Maica, cuidadín en la vuelta. Os librasteis de la ola de calor.
Marqués, como todos: "Y qué más da":
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