Hace 3 horas
sábado, 1 de febrero de 2014
La luz es más antigua que el amor
Llevaba tiempo esperando. Sí. Las largas esperas, como las agonías de esa misma duración, no son buenas. La luz es más antigua que el amor es una obra mayor, de calidad inteligente, de momentos cruzados en mitad de la historia, de la pintura, de la Peste Negra, de un premio escandinavo de imperdonables olvidos. La luz es más antigua que el amor es una obra mayor porque Ricardo Menéndez Salmón es un autor mayor. No hay muchos de su talento en este país cada vez más asqueroso. Y me gusta pese a que a veces, en mitad del talento, narre maravillosamente asuntos muy desagradables como ocurre en Derrumbe, como ocurre en La ofensa o como ocurre en El Corrector. Del resto, salvo de la colección Gritar, no puedo opinar. En LLEMAQEM, con un final a 26 años grandioso, nos adentra en la vida del letón Mark Rothko pero también fabula con dos inventados artistas, fabula con un Stalin borracho que confunde día y noche, fabula con jóvenes de bubones mortecinos y esclavos cargados de joyas al servicio de la Iglesia. A lo largo de la novela se dejan ver muertes tempranas y silencios compartidos, misería y esplendor, mentiras piadosas y castillos con galones. Una obra imprescindible para días con sorpresas. Y hace recordar la soberbia de los primeros escritos, de las obras sin razón, de la guerra por el espacio. La soberbia siempre será soberbia, esté bien o mal entendida. Es lo que hay, y eso no se puede cambiar. En la vida hay que subir escalones, uno tras otro, resoplar y (re)cobrar el aliento, mentir en las biografías. Y todo lo demás.
Coda: Yo también haría la biografía de quien fuera por 30.000 euros. De quien fuera.
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2 comentarios:
Interesante título, pero las sorpresa a veces no son buenas.
El libro está bien, pero ya sabes como es este Salmón
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