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miércoles, 12 de julio de 2017
El Chapo. Primera temporada.
Durante 20 minutos volvemos a Narcos. Pero solo es un ratito. La primera temporada de El Chapo es ambición, es un ascenso a desde Segunda B a jugar la Champions en muy poco tiempo. Habla de túneles y compras (como la del agente de la DEA al que le dice El Chapo que con su jubilación no tendrá ni para putas). Vaya historia la del Chapo Guzmán. De traca. Y como en La Reina del Sur, tenemos también un Güero, un tipo de piel blanca. El Chapo y Don Sol. Tal para cual. Siempre un negro y un blanco. Siempre un dolor de muelas antes de un orgasmo. Siempre un funeral. Siempre un luto. Todo tienen un precio. Ya hemos visto túneles como entre Méjico (viva el profesor Andreo, viva Méjico con jota) como en Weeds. Menudo invento los túneles. Y un túnel abre y cierra puertas. Muchas puertas. Y saltos del 85 al 88, con la llegada de Carlos Salinas de Gortari. Parece ayer. Y los pimientos, los chiles El Compadre. Y cruzar por Tijuana. Y los hermanos Avendaño, diciendo que no al Chapo en el comercio de cocaína. Y el cártel de Guadalajara, con don Miguel Ángel y sus secuaces. Y las primeras cárceles de máxima seguridad. Las luchas internas y las envidias. Y de ahí, más saltos, al 24 de mayo de 1993, con el asesinato de Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara, que en sus sermones criticaba duramente a los patrones del narco. ¿Se llevaba desde arriba? ¿Cuánto sabía CSDG? Todo esto es como escupir en el Golfo de Méjico. La primera temporada de El Chapo es una temporada de venganzas, de demasiadas venganzas. Ejemplo de esa venganza es el personaje de Amado, siniestro hasta la bilis. Además, está la doble vida familiar chapense, una semana con una, otra semana con otra, siempre con Toño, su fiel guardaespaldas detrás. Y la guerra abierta entre los Avendaño y el Guzmán. Y el recuerdo del gol del Abuelo Cruz. Como si fuera ayer. Y el apóstol Mateo, sus palabras, el olvido. Y la persecución, y Guatemala, y El Salvador. En los últimos capítulos de esta primera temporada la historia se centra en el drama carcelario que olvida el sentimentalismo y saca los más bajos instintos en todos los sentidos. Vaya jodienda con vistas al acolchado estar encerrado. Muy duro hasta para el mayor de los criminales. Y la camisa de fuerza en mitad del infierno. Y el pasado, que vuelve cuando peor estás. Siempre.
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2 comentarios:
Las vistas a la bahía, mejor.
Tiene una primera mitad, unos cinco capítulos bastante buenos.
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