Hace 30 minutos
martes, 4 de julio de 2017
Modus. Primera temporada.
Empieza la primera temporada de Modus mezclando sangre entre la nieve y entre ascensores, árboles y pasillos, discursos en bodas y horquillas que elegir. Patrones difíciles de seguir, hasta que se encuentran. Pulseras y tabletas, muertes famosas. Lo mal visto se convierte en pecado para mentes obtusas. Camiones en la noche, archivos que buscar, cementerios, presente y pasado que no debe ser público. Gritos de feminazi en mitad de la calle. Siempre sin apenas sol, siempre con agua y con nieve. Autismo y visiones, muertes que vuelven, zumos que nunca se acaban. Gastronomía ecológica. La obispo que muere en la calle. Las cosas bajo el colchón. Camisetas de pieles rojas de la capital de USA. Colgados que sacan a relucir sus más bajos instintos. Ordenadores que acaban congelados. Fuegos que acaban con papeles. Misas de San Esteban, el primer mártir cristiano. Satanes, ángeles caídos, ángeles castigadores. Pero en Modus todo es mentira porque todos los asesinatos, bajo un patrón, un mismo patrón, esconde una verdadera finalidad. Sectas y pasaportes, engaños y suegras convincentes, sotanas que esconden secretos, cuellos rotos, arte grafitero como muestra y prueba. Capuchas y niebla, botellas rotas y ADN bajo las uñas. Nunca se olvidan los rostros. Nunca. Los rostros se quedan en la quijotera. Y todo lo demás, también.
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2 comentarios:
Aquí no hay tele.
Tú para los idiomas creo que debes hacerte cuentas en Netflix y HBO
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