Hace 17 minutos
viernes, 11 de diciembre de 2020
Línea de fuego
Empecé Línea de fuego un 20 de octubre de 2020 y la acabo, decepcionado, un 11 de diciembre. Mes y medio después, pese a algún fogonazo de lucidez, lo termino de aquella manera, terminar por terminar. No hacían falta más de 600 páginas para contar la historia de un lugar de mierda en el que luchan gentes perdidas o sin brújula, obligados o renegados, llevados por una circunstancias de mierda a un pueblucho de mierda dentro de una guerra de mierda. Quizás fue la Guerra Civil Española simplemente eso, una mierda. O no. O quizás hubo personas con conciencia que fueron llevados a una barbarie sin motivo, a una jodienda con vistas a una Harinera, a una ubicación porquera llena de vino y poco más. Hay de todo, recordando al principio en la enumeración de nombres y pasados de Un día de cólera. O no. O únicamente es figuración mía. O de todos. O vaya usted a saber. La idea de Línea de fuego es buena, pero no termino de encontrarla redonda. Quizás si hubo ideales en esa guerra de mierda, pero muchas veces fueron ideales equivocados. Antiguos mineros de La Unión, las chicas del cable, carlistas por familia, extranjeros de toda índole... ¿Me suena? ¿Lo he visto ya? ¿Lo he explicado ya en clase? Quizás. Lugares comunes. Demasiados lugares comunes. Camaradas que defraudaron y señoritos que defraudaron, eso fue aquella guerra de mierda. Como decía el grafiti de Aljucer, queremos soluciones, no promesas. Y aquella guerra de mierda vino precedida por unas promesas previas de mentira asquerosa, de soluciones que nunca llegaron y problemas que se multiplicaron. Tiene puntazos de los que me gustan, eso sí. Lo del chocho pasionario en Teruel, de traca. Eso sí me gusta, me gusta la guasa socarrona de La sombra del águila, que gracias a Sergio y su recomendación la mandé como lectura en Bachillerato. Está bien cagarse en el copón de Bullas, o tal vez, no. Sí el Infierno sigue lleno de buenas intenciones, aquí tenemos otra prueba. O no. Quizás nos estemos acostumbrados a quejarnos de todo, a resoplar en cada esquina, a buscar insecticida cuando lo que necesitamos es leer más y darle a la cocotera hasta la extenenuación. O no.
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