Hace 22 minutos
domingo, 12 de febrero de 2023
The Outlaws. Primera temporada.
Llegas a The Outlaws por Christopher Walken y te quedas. Según su hija es “un cabrón, mentiroso, ladrón y egoísta”. Palabras repetidas por su nieta y con añadido: “Del que no te puedes fiar”. Sale de la cárcel y va a casa después de 8 años con sus pelos de loco, y su pulserita de tobillo para tenerlo bien controlado. “Entendió mal que no se pueden falsificar los cheques”, termina la hija. Y también hay ladronzuelas de supermercado y gente de mal vivir y peor soñar, que diría el hombre de la camisa verde. Y de todos los colores y religiones (sobre todo amigos, amigos de lo ajeno). Y en ese Misfits revisitado (porque te acuerdas de Misfits, aunque me quede la última), se mezclan individuos que van a sufrir los trabajitos a la comunidad (otro eufemismo de mierda para una mierda de eufemismo). Formas de hablar. Pollas como arenques, hablando de carne de supermercado. 100 horas por cumplir, un poquito más que una troncal de nueve horas en la carrera. Y preguntas sobre heces humanas (y de las otras). Otro de los misfits del grupo asegura que “tenemos un sistema penal que se doblega ante la brigada pobre de izquierdas”. Y le sigue dando a la carretilla: “Hoy no puedes ser de izquierdas si no eres un vegano transgénico alérgico a las nueces que hace jabón”. Frases impostadas o, directamente copiadas, de un periódico de Albión, en la que también se puede leer que “a los rojos les pirra eliminar a los suyos”. Velocidad y sonrisas y lágrimas. “¿Por qué roba una persona inteligente?”. Tampoco se trata de ser educados por padres que te compran juguetitos educativos y no de los otros. Y hasta estrellas del cuore tienen su penitencia. Y hay que probar a leer, y no solo con palabras sobre caballería, infantería y armada. En The Outlaws hay chascarrillos inteligentes, pero sin rayarse. Van de lo útil a lo sencillo, como deberían ser las buenas comedias, por muy macabras que sean. ¿De verdad que se puede trabajar más que una prostituta con un par de colchones? ¿Qué fue de la palabra somier? ¿Ya no se utiliza? ¿Seguimos diciendo Sénder o solo Sender? Viva la vida. “Ojo por ojo y al final todos ciegos”. Castigos para todos. Universos por descubrir. ¿Cuál es la diferencia entre una persona de color y una racializada? ¿Hay alguna diferencia? ¿Hay? ¿Códigos? ¿Delatar? ¿Mierda enlatada? Y conocerse, y huir de los pepinos, y rayar coches, y el vandalismo disfrazado de destrucción de estatuas de personajes blancos. “Tengo una madre asiática: la tobillera de la naturaleza”. Pero las malas compañías no son siempre las peores. No. Hay gente con traje y corbata aún peor. Y otros, sin brújula moral. El capitalismo y la clase obrera y los colores de pelo que no duran ni un estornudo. La repercusión. La responsabilidad. “Si flota o vuela, alquílalo”. Mentiras y más mentiras. “Con los chinos no se puede negociar, no se sabe si son comunistas o capitalistas: son como el partido laborista”. Pero The Outlaws se pone borde y cafre, y eso está bien, porque hay que ponerse borde y cafre de vez en cuando en la vida. O no solo de vez en cuando. Y la decepción paterna, y la decepción con el padre, y cuando te gritan que te comas algo. The Outlaws va de más a menos, pero deja buenas preguntas sobre la forma en la que actuamos cuando nos metemos en problemas. Y los problemas siempre están ahí. O lo estarán.
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