Los tres días del cóndor.

Ante la ausencia de ruidos, he puesto el aire acondicionado a 20ºC. En plan legionella para todos. Que de eso sabemos un rato en el territorio carcil. Val, delante de todo. Ponían Los tres días del cóndor. Nada más empezar me ha recordado aquellas mágicas tardes escuchando el Videodrome de Gregorio Parra en Radio 3. La teoría de la conspiración y todo lo demás. Una buena película. Una peli de hace 34 años. Y si la ponen en la tele, con tres décadas y media, por algo será. No nos damos cuenta de que la vamos a palmar, irremediablemente con 35 o con 95 dejando pendientes cientos de películas, cientos de libros, cientos de momentos, cientos de bares. El film, en plan redentor por momentos, muestra la realidad de la CIA. Una compañía muy peculiar. Aunque a mí, ver a Faye Dunaway como estaba antes me ha cambiado la tarde. Hoy no ha habido Morning Glory. Hoy a habido Afternoon Glory. En fin, que en la CIA, como en la vida, siempre miente alguien. Siempre hay una red de espionaje dentro de otra. El petróleo, las invasiones, la ansiedad, la futura guerra, la próxima guerra, la próxima invasión. Y, recordad, que hay que ser como los buenos espías: no hay que confiar nunca en nadie. Nada de causas, ni de motivos: sólo tú mismo. Sólo tú. ¿Vale? Pues eso, que he aprovechado la tarde. Y punto.