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lunes, 23 de mayo de 2016
Otro día de derrotas
Derrotas sin himnos, cohetes a las siete y diez de la mañana que te despiertan y te hacen cagarte en los muertos más frescos del patitas de turno que se encarga de joder la marrana. Hay que ser un cafre, un hijo de mil satanes para hacer tal tropelía a las siete y diez de la mañana. A partir de las ocho, se permite todo en este puto país, pero hay unas reglas. No se pueden perder las formas. Nunca.
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