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sábado, 10 de agosto de 2019
Jett. Primera temporada.
La primera temporada de Jett te lleva a diálogos de Pulp Fiction entre blanco y negro, a disparos en cuartos de baño, a ascensores y Pollos Hermanos, a una Carla Gugino que lo absorve todo. Pero tambien lleva al oceanselevismo y los cócteles, a los disparos y los viajes, a los robos de anillos (ringggggggggggg) y a una Cuba que pudo ser y no fue. Bombas y jueces racesblack, hijos desviados y fiestas con final (in)feliz. Dinero encima de la cama y jugar con varias barajas. La cárcel, como a Gil, cambia a las personas. Hay demasiado Soderbergh, hay demasiados paralelismo... ¿Y qué más da? ¿Eso importa? Lo importante es que mantiene la tensión, cuida ciertos detalles, subraya ciertos sarcasmos que no deberían faltar en nuestras vidas y es llamativa. Muy llamativa. La enfermedad, la cárcel y sus daños colaterales, las pastillas y ser feliz meando en una iglesia, mafias internacionales pero sobre todo, todo, girando alrededor de Jett (CG). No hay resquicio para el buenrollismo en la primera temporada de Jett. Toda la sangre del mundo, la real y la irreal, la necesaria y la prescindible, está justificada. No venimos a este mundo a hacer amigos, venimos a sobrevivir, a luchar por cumplir sueños y evitar pesadillas. Pero antes o después, la pesadilla se instala y solo hace falte tener tu particular Grupo Salvaje para matar escorpiones mediante hormigas. Todo lo demás son milongas. Y punto.
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