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lunes, 12 de agosto de 2019
La voz más alta (The loudest voice). Primera temporada.
La primera temporada de La voz más alta, más allá de comparaciones de circo de Roma, es una historia de ambición. La ambición de un tipo despechadoo por volver a ser el número uno en lo suyo. Un ganador. Un tipo que puede enseñarla porque hasta RM lo adora. Ya lo cantaban los Stone Roses: "I wanna be adored". Pero también es una historia de tormentos interiores, de manos largas y miradas que penetran, de cambio a mitad de los noventa en una Yankilandia en la que ciertas caídas aumentaron pesambres y disgustos. Tiene de todo La voz más alta, sufrimiento y descaro, problemas en el trabajo y sangre que no para de manar. Es bíblica en muchos sentidos. Hay mucho San Pablo que, quiera o no, se convierte camino de Damasco. Y en esa perspectiva, la motivación es crear un canal de noticias para los republicano. No para todo el público. No. Una cadena de pago para los que quieran verla. Yo no explico para todos mis alumnos, explico para los que quieren aprender y para los que intentar aprender aunque no puedan. A los demás, que les den. Pero por ese camino sirio, hay de todo. Demasiadas guerras civiles. Y del germen del 95 a la paranoia de las Torres Gemelas del 2001. Aquel día nos retrató a todos. Momento significativo es el de tener que decidir si se emitían las imágenes de personas lanzándose al vacío desde la torre norte. Y a partir de ahí, la cacería mundial contra el terrorismo internacional. Y, como en la película, vemos quien manda: el vicepresidente. Y de ahí, a las amenazas. No deja espacio para la pausa La voz más alta. Siempre hay tensión. Irak, A-Qeda y todo lo demás, y mientras en España los palmeros en la calle haciendo el gilipollas. Aunque la pregunta es otra: ¿Qué hubiera hecho Aaron Sorkin con esta historia? La cara del mal, Sadam. Y cantamos en plan Xuxa: es la hora es la hora, de matar a Hussein, de cortarle las pelotas y jugar al futbolín. Qué bien me lo hubiera pasado trabajando estos años en la FOX News. Luchar contra ese Hitler de Oriente. Y habla el personaje de RS al final del cuarto capítulo: "El periodismo es Historia. Y la cuentan los vencedores". Lo de RA y la creación y el desarrollo de Fox News no va de contar de noticias (siempre); va de cantarlas, contarlas, y, si hace falta (como contra Obama), crearlas. Ríase usted del resto de noticias falsas, de bulos, de lo que ahora llaman Fake News. ¿Importa que sea falsa o no una noticia? Ailes y sentir, no pensar. No hay que pensar, que eso te hace meter en líos. ¿Tenía sombras? ¿Quién no las tiene? Obama, el afroleninismo y esa cantinela contra todo lo demócrata y no republicano. Al final, hasta tus más fieles seguidores se convierten en tus más ácidos detractores. Siempre pasa. Putos desagradecidos. Rapidez para olvidar. Nada de amigos. Los amigos solo se comprueban en cárcel, hospital y cementerio (y EHDLCV añadía en el préstamos de dinero). Hasta los gurús son destronados y su legado, olvidado. ¿Y qué fue de su obra? ¿Nos olvidamos de la verdad. Grandes verdades en La voz más alta. Pero lo que pasa es que todo es mentira. Siempre.
Coda: Que malas son las agonías largas. Muy malas.
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