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martes, 21 de mayo de 2013
The Following. Primera temporada
"El que vale, vale; y el que no para maestro". Una gran frase para ir terminando The Following. La serie empieza con énfasis, pero va degenerando hasta, incluso, llegar en momentos a lo desagradable. Y por medio, Edgar AllaN Poe, otros payasito borracho, otro chico de la morfina. No hace falta en ir a Finlandia para ver las causas que forman las sectas. Lo raro es que no existan más sectas. La muerte llama al profesor adicional, al ex agente del FBI, a la mujer despechada; pero el problema es el secuaz, el julay que sigue al julay de turno, llámese Oso Yogui, Cánovas del Castillo o Joe Carroll. Todo se puede copiar en el mundo, menos la educación. ¿Cuánto pesa la locura en un imbécil? ¿Por qué no capamos intelectualmente a los mediocres? ¿Por que no a los locos? ¿Por qué no inventamos una solución para los problemas? He escrito antes que empezaba con énfasis; quizás me he quedado corto. Empieza muy bien. Pero hay ciertos aspectos que no son creíbles. Hay fórmulas en la serie que son manifiestamente mejorables. Aprender lo que se enseña...¿o era al revés? Pelucas y caretas, libros que enganchan, confusiones y muertes, morcillas varias. Ataques en ferias. Chaquetas de debate perdido desde el principio. Vecinas peligrosas. Amantes falsos. Padres perdidos. El espíritu de los recados luminosos.
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