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martes, 30 de noviembre de 2021
SPQR. Una historia de la antigua Roma (libro de Mary Beard).
En el prólogo de SPQR, la autora Mary Beard habla de una curiosidad personal a la hora de hacer el libro. Pero se refiere a la creación de esa Roma grandiosa como un proceso complejo, en el que “crean desolación y lo llaman paz”, o algo así dice MB que Tácito reflejó para referirse a lo que hacían los romanos en Britania. Dice MB que “la historia de Roma es un gran desafío”. En el capítulo 1, se va al año 63 a.C. y se refiere a Catilina (ese personaje sobre el que el profesor Rafael González de Historia Antigua me mandó el trabajo de 1º en la facultad, y que no llegué a terminar, cogiendo bibliografía como si no hubiese mañana) y a Cicerón. Describe la autora los territorios controlados pro Roma como “una creciente mezcla de lujo y basura, libertad y explotación, orgullo cívico y guerra civil homicida”. Y en ese año 63 a.C es cuando se produce, según MB un “complot terrorista en el corazón mismo de la institución romana”. Incide en la figura de Cicerón, con todo muy documentado por sus escritos. Habla de aquella situación con definiciones de “terrorismo”, “revolución” y de “acción directa”, habla esos enfrentamientos directos de forma verbal en el Senado entre la doble C. Se centra también (viva la filología), en el significado de la palabra candidato, el “blanqueado”, porque llevaban la toga de ese color… Vivan las lenguas clásicas. Se refiere a los cuadros encargados después y que reflejan aquella disputa, cuando en realidad dice MB que en el Senado romano había que multiplicar 6 x100 para alcanzar el numero de senadores… También describe huidas y sentencias a muerte, cita a Salustio, se acuerda de las “Catilinarias” y de muchas cosas más. En el capítulo 2 trata de explicar el motivo por el cual son tan importantes los orígenes de Roma. Habla de las historias sobre Rómulo y lo que cuenta Tito Livio (MB lo llama simplemente Livio), y habla de Siete novias para siete hermanos como parodia del rapto (ahora no sé si en la tele pública pueden poner una película así en alguna de sus cadenas). Cita cuadros de Poussin y Picasso y vuelve a Salustio y a Horacio y a Ovidio y hace reflexiones generales: “Las ansiedades culturales son a menudo un privilegio de los ricos”. También, como otros, hace referencia a que sobraba uno de los dos padres fundadores de Roma, y de también escribe sobre la ampliación del origen de los emperadores romanos, y de la brutalidad de las conquistas y la esclavitud romana. Se centra también en la polémica sobre la fecha de la fundación de Roma, diciendo que “trataron de sincronizar los acontecimientos de Roma con la cronología de la Historia de Grecia”, y ahí cita el ciclo olímpico de 4 años, y el Libro de la Cronología de Ático y se refiere al 753 como el tercer año del sexto ciclo de los Juegos Olímpicos… Al final todo es mítico y todo es mentira. Como siempre. Y sigue con los hermanísimos, que no son las hermanas Williams pero reflexiona sobre el asunto: “La historia de Rómulo y Remo es alternativamente fascinante, desconcertante y reveladora de las principales preocupaciones de los romanos, por lo menos entre la élite”. Había otras leyendas sobre el origen de Roma y MB se refiere a la historia de Eneas y la Eneida de Virgilio, y dice que “la historia de Eneas es tan mítica como la de Rómulo”. También se refiere la autora a los orígenes de la ciudad y los nombres, y los míticos nombres de reyes (esos que estudias para las oposiciones, con los Tarquinos y el resto), y la violación de Lucrecia por uno de los hijos del rey, y esa forma de condena (MB lo llama “sentencia de muerte política”) para los que se hacían llamar o querían ser el “rex” de turno (llega a apostilla MB que ningún emperador permitió que lo llamaran rey o ser llamado rey). Hablando de definiciones, también especula con las diferentes apreciaciones de reyes y caudillos, y de la peligrosidad de las sucesiones entre reyes. A veces, como buenos estadistas, abusamos de los números y MB lo hace al final y al principio de SPQR (de los 7 reyes, tres asesinados, un rayo mató a otro, otro expulsado y solo dos mueren naturalmente en el lecho; de los emperadores que se sucedieron entre el 14 y el 192, catorce, en contraposición a la sangría que ocurrió entre el 193 y el 293, en el que hubo más de 70). Se refiere al calendario de los 12 meses y esos datos que debemos conocer de fiestas anuales, días sagrados y otras fiestas religiosas, meses lunares, más meses que se añaden y todas esas cuentas en las que nos perdemos con y sin brújula… Y la república, y esos asuntos públicos y la utilización de las fechas de los años de los mandatos de los cónsules y los nombres que daban a los años, y de esa construcción de la República como un proceso de décadas y siglos. A veces, desespera un poco la sucesión de nombres y fechas, de epitafios y adjetivos: el primer acueducto que llevó agua a Roma (312 a.C), la primera carretera importante (Via Apia), las ley de las 12 tablas, el cambio que se produjo de forma importante en el siglo IV a. C. o la crisis del siglo III d.C. Son muchas las anécdotas y los chascarrillos, los conflictos entre patricios y plebeyos, entre el Mario y el Sila de turno, entre César y sus enemigos y el error de la clemencia cesarística, la destrucción de Roma por los galos en el 390 a.C. y la guerra latina, y las guerras samnitas y Aníbal y la batalla de Cannas y Cartago en el horizonte… A veces, demasiado de todo y hay que parar y dejar el libro y volver a la semana… O a las dos semanas… Luego se centra en el comienzo del colapso republicano, en los asesinatos que se sucedían, en magnicidios y jodiendas con vistas a los teatros de piedra permanente, como el primero que se inauguró en el 55 a.C o la caída de los Graco o de Marco Licinio Craso, Pompeyo y Julio César y aquel primer triunvirato… Y dentro de lo que llama la atención para los desprevenidos (o para los despistados), es el uso que hace MB de la palabra xenofobia en el contexto de limpieza étnica dentro de la diversidad de pueblos itálicos (me sigue pareciendo raro eso de itálicos). Y al final, todo se desgasta y los antiguos amigos y aliados se convierten, como en cualquier dramón, en enemigos acérrimos. Y sale la dictadura (palabro, palabro) y la crisis y muertes en Nápoles y los Espartacos de turno (con o sin agujerito debajo de la boca) y las ciceronadas de turno y la explicación de todo que hace allá por la 284: “Los romanos tenían tendencia a utilizar el soborno como excusa práctica cada vez que la guerra, las elecciones o los veredictos de los tribunales no les eran favorables”. Vamos, como ahora, como siempre. Reflexiona la autora sobre la importancia que tuvo Mario sobre “el resto de la república, tanto que difícilmente pudo haberlo planeado”, o sobre Pompeyo (“tiene derecho a ser considerado el primer emperador romano”. Y pongo la tele y pienso en MB cuando asegura que “Julio César fue la primera persona viva cuya cabeza apareció en una moneda acuñada en Roma”, al más puro estilo Iglesias en sus papeletas electorales (o casi). Explica también la extraoficialidad de lo que montaron Pompeyo, Craso y Julio César y esa forma de institucionalizar lo que no se podía hacer. Y los dados, y el Rubicón y la forma de ser un dictador ausente de Roma (como luego lo fueron los últimos emperadores), y los idus de Marzo (guárdate, que ya falta menos, y lee a tito Guillermo) y asesinar en nombre de la libertad y la llegada del segundo triunvirato y la batalla de Accio (Actium) y los suicidios, y las teorías sobre Cesarión y Cleopatra entendida, según MB, como un “blanco útil” al presentarla como extranjera. Todo esto, lo bueno, es que lo hace de forma amena, aunque quizás con demasiado numerito. O no, o que estoy mayor, y ya no leo a la velocidad de antes. Y Augusto, y su sucesión, y esa política matrimonial tan difícil en la que se mezclaba todo en esa Roma. Y los Julio-Claudios, y los Flavios y lo que viene después de Trajano y las citas de Gibbon, y hombres y mujeres hechos dioses, y ricos y pobres, la Roma fuera de Italia y Caracalla y los inventos para cobrar más impuestos. Luego acaba hablando del jardín sin flores y mucha arena que supuso la aparición del cristianismo (más que jardín, cementerio) y de los emperadores de origen extranjero y de todo lo que pasó después del asesinato de Cómodo y de las mentiras y las medias verdades que realmente creemos saber sobre la Roma imperial. Un gran libro para tener tiempo de enlazar y buscar información extra.
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