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sábado, 26 de octubre de 2024
The Responder. Segunda temporada
Cuando ya está acabando la segunda temporada de The Responder, allá por el quinto capítulo, escuchamos eso de “ríndete a lo que eres”. Y es así. The Responder está repleta de fatalismo, de un fatalismo del que no puedes escapar y que te persigue, y hace que cada vez los asuntos se retuerzan un poco más y te haga explotar la quijotera. Y con ese fatalismo (¿he escrito ya fatalismo?), se tuercen las cosas en la familia, en el trabajo, a la hora de misa, en el accidente cotidiano, en ese pasado que siempre está ahí para recordarte que tu vida es derrota y encima en el descuento te marcan otro gol, en ese pasado todo puede empeorar. Y cuando todo empeora, sólo te queda seguir o escapar. No hay medias tintas: martillo en la cabeza o precio por ella. Una serie difícil por momentos por su crueldad, por su falta de escrúpulos, por su realidad sin barniz ni fachada edulcorada, por su cinismo en unos personajes llenos de remordimientos. ¿Qué seríamos capaces de hacer en caso de necesidad? ¿Robar a un padre? ¿Quién no ha pensado hasta dónde llegaríamos por lo nuestro? Lo dicho: “Cuida de tus herramientas y ellas cuidarán de tí”.
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