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lunes, 7 de marzo de 2022
Yellowstone. Primera temporada.
Montana y pasar un rato pensando que estás viendo El hombre que susurraba a los caballos, o El hombre que domaba a los sementales. O la puta que te lo explica en un consejo de administración. O una de indios. Pero todo tiene un precio, y todo se puede comprar, seas indio, lechoso o mediopensionista. O probador de cebollas. La caza, la pesca y los daños colaterales. Vacas para todos. Lindes y jaleos. Fronteras no escritas. Deseo y ambición. Y, por encima de todo, la política, en todos los sentidos. Y la familia, como la sangre española de los caballos, con las revoluciones a tope. “La lista de cosas que no quiero es infinita”. Y claro, “la penitencia se gana; la paz, se encuentra”. Y claro que la juventud era otra cosa. Y los ladrillos, jodiendo la marrana. Y el Juicio Final es todos los días. La sucesión de dramones que se intercalan en Yellowstone no tiene fin, uno detrás de otro hasta el infinito. La pregunta siempre es que será lo siguiente, que golpe recibirá esta persona o aquella, o que jodienda con vistas al río o a la montaña o al rancho toca ahora. Plagas, hijos pródigos y la Biblia ranchera. No falta de nada den Yellowstone.
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